Mujeres de izquierda que México necesita

Por Roberto López Rosado*

Las elecciones federales de junio próximo serán los primeros comicios que se rijan por las leyes generales de Instituciones y Procedimientos Electorales y General de Partidos Políticos, donde se establecen la “obligación” de postular a los partidos políticos, al 50 por ciento de mujeres candidatas a diputaciones federales y locales.

Las mujeres en nuestro país han sido marginadas en muchos aspectos. Durante muchas décadas fueron excluidas de poder participar en la vida política y social de México. En la Revolución jugaron un papel muy importante, por cierto, como soldaderas, como acompañantes de los insurrectos, como acompañantes, reproductoras y encargadas de “echar las gordas” y preparar las salsas.

En el Congreso Constituyente de 1917, estuvieron ausentes. El machismo de aquellos “grandes personajes” que signaron aquella Carta Magna, no permitió que las mujeres participaran, menos aún se les permitía votar, pero en plena Revolución en 1916, se organizó en Mérida, Yucatán, el Primer Congreso Feminista con la participación de 700 mujeres que discutieron temas como el divorcio, el amor libre, la educación y el trabajo.

Muchas fueron las mujeres que en aquella época de la Revolución y después del movimiento armado, destacaron como Carmen Serdán, María Andrea Villarreal González y Juana Belén Gutiérrez, militantes del Partido Liberal Mexicano. La primera publicó periódicos de oposición al gobierno de Porfirio Díaz, mientras que la segunda escribía en El Diario del Hogar y el Hijo del Ahizotle.

Destacaron también las hermanas, Rosa, Guadalupe y María Narváez Bautista quienes concentraron su lucha por la causa electoral y política, por la igualdad y la democracia.

La lista es larga para recordar como a María Arias Bernal que era conocida como “María Pistolas” a quien Álvaro Obregón en la tumba de Madero, le entregó su pistola: “Como sé admirar el valor, cedo mi pistola a la señorita Arias, que es la única digna de llevarla”, apuntó el revolucionario.

También destacó Elvia Carrillo Puerto, quien en 1910 participó en la rebelión de Valladolid en su estado natal, Yucatán; en 1927 fundó la Liga Orientadora Feminista Socialista, organización que luchó por la equidad del salario. Resultó la primera mexicana electa diputada al Congreso en su Estado en 1923, pero renunció por amenazas de muerte.

En 1935 se formó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, impulsado, desde luego, por mujeres, cuya primera demanda era el derecho al voto, el cual obtienen hasta 1947 en la administración del presidente Miguel Alemán Valdés, pero sólo pudieron presentarse como candidatas en las elecciones municipales. Fue hasta con el presidente Adolfo Ruiz Cortines en 1953, cuando ganaron el derecho a votar y de ser candidatas en las elecciones nacionales.

El haber ganado esos derechos, no significó una paridad en su participación y en sus derechos políticos con los hombres. El machismo siguió prevaleciendo pero la semilla de la rebeldía de muchas estas mujeres y otras, permitió germinara el despertar de otras muchas a lo largo y ancho del país.

Esa desigualdad se ha reflejado en muchos otros aspectos de la vida social y política. Por fortuna, hemos salvado esa idiosincrasia que lamentablemente, hay que decirlo, prevalece aún en diversos sectores sociales del país, particularmente a su interior.

Pero no sólo ahí, simplemente en la propia Cámara de Diputados, en su conformación, se refleja cómo influye el machismo, situación que no la hemos superado del todo.

Según el Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEMEG) “existe una muy importante desigualdad en la participación de hombres y mujeres dentro de nuestro máximo órgano legislativo. Esta desigualdad se refleja entre otros aspectos por los numerosos rezagos en el estudio y aprobación de iniciativas clave para la ampliación y protección dentro de la legislación secundaria de los derechos fundamentales de las mujeres en México; iniciativas que convertidas en leyes y en reglamentos podrían otorgar un marco garantista eficaz a los derechos consagrados para ellas en la constitución, en convenios y tratados internacionales suscritos por el Estado mexicano en la materia.

La LXII Legislatura de la Cámara de Diputados la integramos 316 diputados y solo 184 diputadas; las presidencias de comisiones legislativas, 42 las presiden hombres y solo en 14 casos, diputadas. El Senado de la República está conformado por 98 senadores y sólo 30 senadoras. Las comisiones legislativas 43 corresponden a hombres y 9 por mujeres.

En nuestra entidad, Oaxaca, la lucha de muchas mujeres ha sido importante para que desaparezcan los usos y costumbres en pueblos indígenas donde las mujeres no son visibles, no valen, y sí son víctimas de muchas malas prácticas por el hecho de no ser hombres; son discriminadas. En la región de la que son soy originario, Juchitán, muchas mujeres han dado una amplia pelea para que se les reconozca no sólo sus derechos políticos, sino también sus derechos como mujeres, como responsables de una casa y no como trabajadoras domésticas.

Muchas mujeres oaxaqueñas que están en el anonimato a diario dan una importante pelea para mejorar las condiciones de vida de sus hijas, sacarlas de la pobreza, que estudien, que no sean discriminadas y se concienticen, que no sea el hombre el que únicamente manda.

El 7 de junio habrá elecciones en todo el país y el 50 por ciento de las candidatas deberán ser mujeres, y las mujeres de izquierda, estoy convencido, son la mejor opción, el mejor legado de aquellas mujeres que lucharon por democratizar a nuestro país, que se rebelaron y lograron avances importantísimos que hoy toda la sociedad estamos disfrutando.

Son muchas las mujeres de la izquierda. Mujeres y hombres debemos seguir el ejemplo de la senadora Dolores Padierna, la diputada Amalia García Medina, la maestra Ifigenia Martínez, Martha Dalia Castélum, Adriana Luna Parra, Martha Lamas, Marcela Lagarde, Martha Lucía Mícher, las periodistas, Sara Lovera y Lydia Cacho, Allí está también mis paisanas la actual vicepresidenta de la Cámara de Diputados, Aleida Alavés, ejemplo a seguir por su rebeldía como también el de mi compañera, la diputada Delfina Guzmán, éstas y las del pasado que mencioné arriba son mujeres de izquierda que México necesita.

*Diputado federal por Oaxaca del PRD

josé

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