Pongamos todo en perspectiva // Carlos Villalobos
Desde este espacio hemos abordado en reiteradas ocasiones sobre el peligro de las noticias sin verificar, de los juicios apresurados y de cómo las redes sociales pueden convertirse en un terreno movedizo y recientemente, en lo local, desde Oaxaca tenemos un par de casos que ejemplifican de manera perfecta como la desinformación y el linchamiento mediático, a costa de vistas y likes, puede hacer daño.
Por un lado, la historia comienza con un incidente aparentemente trivial y que en el momento que lees estas líneas sucede miles de veces en el mundo: Un cliente se queja en redes sociales de que en Muss Café se le proporcionó un menú sólo en inglés y que el servicio no era de lo mejor. La reacción inicial en redes sociales fue como un sorbo de café amargo; la denunciante, expresó su incomodidad al sentir que preferían a los visitantes extranjeros.
La controversia creció cuando, de acuerdo a denuncias en redes, la respuesta de Muss Café fue un desdén sugerente: “Pues si tanto les molesta que nuestros menús estén en inglés, aprendan a hablar y escribir en inglés”. Este comentario, real o potencialmente manipulado, desató una tormenta en línea. El relato cobraría relevancia, ya que tendría el mismo sentido de respuesta que la cuenta oficial en Google en reiteradas ocasiones muestra en respuestas de meses anteriores.
Las aguas de las redes sociales, siempre turbulentas, se agitaron aún más con el cierre de comentarios por parte de Muss Café, una movida que generó más incertidumbre. Rumores de compensaciones en forma de pan y café gratis circularon, alimentando la narrativa sin ser verificados. Y en esta vorágine, el tema de la gentrificación, con Oaxaca como epicentro, añadió capas de complejidad al conflicto.
El caso Muss Café no solo reveló la importancia de abordar las preocupaciones de los clientes de manera inmediata sino también cómo la gentrificación se ha convertido en un tema sensible que puede desencadenar reacciones apasionadas. La lección aquí es doble: la prudencia en las respuestas públicas y la necesidad de considerar las implicaciones más amplias de nuestras acciones en un contexto tan dinámico como Oaxaca.
El segundo acto de esta narrativa se centra en Boogie Café Librería, un espacio que ha sido un faro cultural para muchos. Una denuncia, sin fundamento y alimentada por el descontento, buscaba “quemar” el establecimiento en redes sociales. Acusaciones de mal servicio resonaron, pero, al examinar de cerca, la verdadera falla estaba en las mismas personas denunciantes.
La comunidad virtual intentó linchar digitalmente al café, una táctica que ya había mostrado su eficacia en el caso de Muss Café. Sin embargo, la intervención decidida de la comunidad del Boogie Café en las redes sociales dio un giro a la narrativa, llevando a un recule de aquellos que lanzaron acusaciones infundadas.
Ambos casos, entrelazados por la dinámica del café y la rapidez de las redes sociales, subrayan la importancia de la verificación de información. Las fake news no son solo para las altas esferas; pueden colarse en lo local, afectando negocios y comunidades enteras.
En un mundo donde las noticias falsas pueden transformarse en la realidad percibida, es esencial reflexionar sobre nuestro consumo de información. El linchamiento digital es un arma de doble filo que puede dañar irreparablemente la reputación de un negocio o individuo.
Así como cuidamos el tostado perfecto del café, debemos agudizar nuestro paladar crítico para discernir entre la verdad y la ficción.
En el cruce de estas historias locales, surge una lección amarga pero vital. La inmediatez de las redes sociales puede convertir una pequeña controversia en un incendio forestal. La veracidad y la prudencia en nuestras respuestas son esenciales. En el sinuoso mundo digital, proteger la verdad es más crucial que nunca.
Twitter @carlosavm_