Entrelíneas
Oaxaca razonablemente en paz en este quinto informe de gobierno
Miguel Ángel Schultz
Con un Palacio Legislativo asediado por integrantes de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cercado por cientos de policías antimotines, vigilancia en los principales centros comerciales de la ciudad de Oaxaca, con manifestaciones en distintos puntos del estado, el secretario General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval declara que el gobierno mantiene un “diálogo abierto” y que la entidad está “razonablemente en paz”. Así lo expresó al entregar el quinto y penúltimo informe de Gabino Cué Monteagudo, a la Legislatura local.
Si Oaxaca estuviera “razonablemente en paz”, no habría necesidad que el gobernador mandara a un propio a entregar el documento, donde rinde cuentas de su quehacer administrativo a un Congreso que parece salido de la película “La Ley de Herodes”, del que se filtra, que el coordinador de los diputados del PRI, Alejandro Avilés, tiene un salario de seis millones de pesos mensuales; que el coordinador de la fracción parlamentaria del PRD, Jesús López Rodríguez, se lleva cuatro millones de pesos. Al igual que la coordinadora del PAN, Natividad Díaz Jiménez.
La legislatura estatal se ha caracterizado por ser hasta el momento la más gris y anodina de todas las que han existido en la historia parlamentaria de Oaxaca, cuyo primer congreso data del 1 de junio de 1822. Y no es exageración, basta citar que por la falta de trabajo de los diputados el Poder Legislativo y Administrativo enfrenta una controversia constitucional promovida por el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, desde abril del año pasado, por no armonizar la Ley Federal de Educación Pública. Es más Oaxaca no cuenta con una legislación en la materia.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) también echó abajo la Ley Indígena y la Ley Político-Electoral, sin que ello inmutara a los diputados y diputadas, que siguen disputándose los millones de pesos del presupuesto con los que cuenta el Congreso local, que se afirma este año que termina llega a los mil millones de pesos. Aunque oficialmente es de 600 millones.
En el Palacio Legislativo de Oaxaca todo es tan transparente que nada se ve. No se sabe que ocurre en las entrañas de ese poder en descomposición cuyo hedor se ha extendido por todos lados. Basta recordar el enfrentamiento y espectáculo que protagonizaron cuando se aprobó a la medianoche del 6 de julio pasado y cuyas imágenes, de la tranquiza, se difundieron hasta en las agencia informativas internacionales.
Tendremos que leer los anuarios estadísticos del quinto informe entregado por el Poder Ejecutivo, que no sabemos qué tiene que informar cuando la obra pública está inconclusa, y para comprobarlo hay que darse la vuelta en el famoso polideportivo Venustiano Carranza, que solo destruyó canchas de futbol llanero; la disque unidad deportiva del Tecnológico, que es en realidad un estadio para un equipo de un particular, los “Alebrijes”, donde se asocia al secretario de Administración Alberto Vargas Varela.
El Auditorio Guelaguetza, que como dice el pueblo la velaría fue el pañal, luego se volvió tanga y ahora solo quedó la marca del calzón, donde empezaron a levantar las butacas de plástico recién instaladas que costaron millones de pesos, otra punta del juniorsique José Zorrilla de San Martín; la Calzada Porfirio Díaz, inconclusa con el cablerio colgado a partir de la fuente de la Ocho Regiones hasta el cruce con la avenida Belisario Domínguez; la presa Paso Ancho, una solución torpe a la falta de agua potable en el Valle de Oaxaca, porque el embalse esta corriente abajo y capta toda el agua contaminada de heces fecales y metales que se producen en la zona metropolitana. Y no sigo porque no alcanza este espacio.
@MiguelAschulz