Miguel Ángel Schultz
La Guelaguetza tal como la conocemos hoy en día, parte de la Fiesta del Lunes del Cerro, como fiesta popular ha resultado una invención genial. Es un evento identitario, que refleja la cultura pluriétnica de Oaxaca, no en balde aquí coexisten 16 etnias, de la que los jóvenes se sienten orgullosos de pertenecer a ella. Cumple también un imán de atracción al turismo, que se muestra fascinado de ver esta expresión llena de energía, creatividad e imaginación que contagia de alegría a quienes participamos, incluso, como espectadores.
Este proceso cultural vivo, que incorpora elementos contemporáneos, es lo que enriquece la tradición milenaria de Oaxaca; que debe ser respetada por las autoridades del Gobierno del Estado, que altera el proceso en su afán protagónico, que llevó al gobernador Alejandro Murat Hinojosa a encabezar el desfile de las delegaciones participantes en la Guelaguetza del segundo Lunes del Cerro, acompañado al frente por un pelotón de policía en bicicletas y un sequito de colaboradores, entre los que se encontraban diputados y senadores del PRI y del presidente municipal, José Antonio Hernández Fraguas.
La Guelaguetza no es un acto de promoción del gobernante, ni de políticos, menos de un solo partido, ya que las delegaciones participantes provienen de municipios que son gobernados por entes diferentes al otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI), que como gobierno fue sometido al referéndum de los comicios del pasado 1 de julio, donde el partido del gobernador fue rechazado, por ello perdió en 24 de los 25 distritos electorales locales; fue derrotado en los 10 Distritos Electorales Federales, solo alcanzó una senaduría y 40 pequeños municipios. Y de su candidato a presidente, José Antonio Meade, ni se diga, la derrota fue total.
Esta debe ser la última Fiesta del Lunes del Cerro organizada con un criterio mercantil. La Guelaguetza, palabra zapoteca, que significa cooperación, amistad y solidaridad, por lo que su espíritu se contrapone a la actitud ofensiva del gobierno de Murat Hinojosa, que arrojó del Palco “C” del Auditorio Guelaguetza, a seis mil 500 espectadores, ya que al cobrar el ingreso dejó sin oportunidad al pueblo de poder admirar las danzas y bailables de su cultura.
¡Que grosería tan grande!, ya que los miles de personas que acudieron al auditorio hicieron cola, desde una noche antes del evento, pero ni aun así lograron entrar a admirar la Guelaguetza del Primer Lunes del Cerro. Afortunadamente las críticas hicieron dar marcha atrás en sus afanes mercantilistas al gobernador.
El pretexto fue que el dinero recaudado sería donado a obras sociales, sin embargo, el Gobierno del Estado no tuvo reparo en traer una cauda de invitados, ¿Cuántos y quiénes?, no sabemos. A los que les pagaron prácticamente todo, desde pasajes de avión, hospedaje, alimentación, vehículos a su disposición, regalos y asistentes. ¿Por qué no usar esos recursos para los fines altruistas?.
Los actos de discriminación también lo padecieron los habitantes de la ciudad de Oaxaca y las personas que llegaron a esta capital en sus propios vehículos, ya que en varias calles se podían leer letreros donde se advertía que el lugar era exclusivo para turistas. Los agentes de Tránsito Municipal siguieron con su política recaudatoria y no para resolver los problemas de vialidad, pese a la saturación de las calles por los miles de vehículos, de los visitantes que llegaron en automóviles.
El trato dado por quienes llevaban el orden de los contingentes en el Desfile de las delegaciones fue descortés y grosero, parecían arreadores de ganado, sin usar ropa de los pueblos originarios que gustosos nos comparten su cultura; desentonando totalmente con el colorido del evento. La seguridad de los espectadores estuvo en riesgo en todo momento, por el hecho de permitir se utilizaran desde cohetones hasta ruedas catarinas, que fueron “tronadas” a mitad del arroyo vehicular, mientras cientos de personas se aglomeraban en las banquetas.
La imprudencia fue tal que el gobernador como chamaquito quiso cargar una enorme marmota, que por poco se le cae sobre la gente, pero gracias a decenas de asistentas que corrieron en su auxilio, se evitó que el armatoste quedara destruido en el suelo o tal vez destrozara la cabeza del algún espectador.
La Fiesta del Lunes Cerro debe de ser reorientada, a lo que es, una fiesta popular de Oaxaca; dejar de lado los conciertos de cantantes populares de otros lugares, muchos de ellos exitosos, para dar paso a los artistas de Oaxaca, a las bandas de música, que hay por cientos, como les llamamos aquí, de los pueblos, a los creadores de Oaxaca. Nada tengo contra los Ángeles Azules, ni contra Armando Manzanero o Fernando de la Mora, cuya música me gusta y la disfruto, pero este momento debe de ser para la cultura de Oaxaca y sus creadores.
@MiguelAschulz