Pájaros Alambreados / México: ¿Amigo o empleado de los Estados Unidos?

Embajada de los Estados Unidos en México

Por Libre Pensador

*Desde el Tratado de Libre Comercio firmado por México con los Estados Unidos y Canadá nuestro país entró en la órbita de las naciones satélites del sistema de seguridad nacional de Washington
*Llega Anthony Wayne, un nuevo embajador a México directo de Afganistán
* ¿Observador o actor de la sucesión presidencial?
A la memoria de Fausto Fernández Ponte, periodista íntegro

En la víspera de la llegada del nuevo embajador Anthony Wayne a México, en el fatídico aniversario de los ataques a las torres gemelas de Nueva York, la señora Hilary Clinton se quejaba de que sus “amigos” –hablaba de naciones como México- no combatían el terrorismo islámico como deseaba Washington.

Coincidente, el día de su renuncia como director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Guillermo Valdés Castellanos, un asociado de la empresa GEA (Grupo de Economistas Asociados) hablaba de una larga lista de amenazas y de los riesgos que enfrentaba el país en materia de seguridad nacional.

No sólo son el crimen organizado las amenazas y los riesgos, Valdés mencionó que en el país operan grupos para quienes la violencia es un instrumento de cambio y advirtió de la eventualidad de grupos del terrorismo islámico en territorio mexicano.

Extrañamente John Feeley, encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos, negó que en México existan grupos terroristas, pero según la versión de La Jornada el diplomático señaló que ese hecho era “de poco consuelo para los mexicanos cuando los criminales utilizan tácticas terroristas para sembrar pavor, lo mismo en una discoteca de Michoacán, que en un estadio de futbol en Torreón o en un casino de Monterrey”.

Ernesto Cordero

Ante un presidente Felipe Calderón más interesado en el discurso de despedida de Ernesto Cordero, un sonriente exsecretario de Hacienda, su delfín en la candidatura presidencial del PAN, Valdés citó que existe una larga lista de amenazas para México que se requerían “detectarlas y neutralizarlas”.

Pocos medios de comunicación atendieron la severa advertencia del ahora ex director del Cisen, un organismo creado en 1989 para sustituir a la Dirección Federal de Seguridad y de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, de ventilar en público las debilidades de la soberanía nacional frente a eventuales situaciones de emergencia nacional en los Estados Unidos.

El tema de la seguridad nacional de México, desde el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá en vigor desde 1994 y mayormente subrayado desde el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2002, forma más bien parte de la agenda de política interior que la de exterior de Washington.

Son varios los hechos que señalan que México tiene vulnerada su soberanía de tiempo atrás por Estados Unidos. No estamos en el siglo XIX cuando llegó Joel R. Poinsett, su primer embajador a robarse la flor de la Nochebuena y a fundar la logia yorquina.

Estamos en el siglo XXI después de que en la segunda mitad del siglo XX tuvimos como indeseables embajadores al explosivo John Gavin y al halcón estratega John Dimitri Negroponte, venido nada más y nada menos de los sótanos del Iran-gate que propició el derrumbe de las revoluciones centroamericanas.

De hecho, nuestro país, desde el Tratado de Libre Comercio se ha colocado de hinojos ante Washington; ha instrumentado una política migratoria de nacionalidades restringidas, particularmente de viajeros procedentes de países árabes y latinoamericanos -cubanos y venezolanos, por ejemplo- han estado en esa relación de nacionales de países que despiertan las sospechas del personal migratorio mexicano.

Casa Balnca, residencia oficial del presidente de los Estados Unidos

La asistencia norteamericana a la guerra al narcotráfico- hoy con mayor presencia de personal de las agencias policiacas federales, vuelos de aviones fantasmas en territorio nacional, detección satelital de naves sospechosas en aire y mar- desde administraciones anteriores a las de Acción Nacional, indican que las relaciones entre México y Estados Unidos asumen un carácter del mayor valor estratégico para Washington.

Hilary Clinton fue especialmente contundente al señalar a esos países “amigos” que no cooperan con la lucha contra el terrorismo internacional. Si a lo largo de casi 189 años de relaciones entre ambos países, los Estados Unidos han entendido que su frontera se extiende hasta la Patagonia con la Doctrina Monroe de “América para los americanos”, la frontera de México, recorrida en 1847 hasta el Río Bravo, es hoy inevitablemente parte de su sistema de seguridad nacional interna.

Con Ronald Reagan el territorio mexicano era su traspatio, hoy dadas las circunstancias dejadas por el 11 de septiembre en Nueva York, nuestro país asume un valor decisivo para la seguridad interna de los Estados Unidos.

Frontera Estados Unidos México

La frontera mexicana prueba ser la zona más débil de su frontera global. Las organizaciones criminales del narcotráfico prueban que han tenido una superior capacidad para vulnerarla a su antojo. Entre los grandes temas entre México y Estados Unidos, además del crimen organizado, está el tema migratorio.

A la vista de Washington el gobierno mexicano ha sido incapaz de neutralizar las masivas corrientes migratorias de desesperados nacionales de países centroamericanos y de otros países que buscan cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. Y lo es doblemente incapaz a esa severa mirada porque tampoco es capaz de resolver las urgentes demandas de empleo de nuestros desesperados paisanos que buscan en Estados Unidos un futuro que en su país no tienen ni encontrarán en mucho tiempo bajo las pautas de la macroeconomía.

Si con los últimos gobierno priistas del siglo XX la soberanía mexicana quedó en una frágil condición, con los dos gobiernos panista está pulverizada, a pesar de los arranques del nacionalismo patriotero del actual inquilino de Los Pinos que se acredita ser el autor del despido del anterior embajador Carlos Pascual por sus inferencias sobre las acciones militares en la guerra al narcotráfico.

Las relaciones entre las dos naciones en este siglo han estado marcadas por la opacidad. Se sospecha que los movimientos policiaco-militares contra el narcotráfico se acreditan más a las asesorías estadunidenses en esta materia que a la inteligencia mexicana. Dadas estas sospechas los hallazgos de las capturas de capos o los descubrimientos de una sofisticada red de comunicaciones de los llamados Zetas en Veracruz se infiere que los “pitazos” provienen más de esas asesorías o intercambios de información que de los servicios de inteligencia de los marinos.

El territorio nacional es tan laxo para la mirada de los norteamericanos como las fronteras del norte y sur del país. La mirada de Washington será más estrecha. La sucesión presidencial del 2012 les advierte que su relación con su vecino del sur los obliga a una vigilancia de alcances más allá de los tradicionales temas bilaterales. México es un país en emergencia sin eufemismos. En términos de verdad real, no legal, el país amanece cada día sin futuro.

Antony Wayne, nuevo embajador de los Estados Unidos en México

Wayne llega de Afganistán, una nación despedazada por la discordia y la violencia con un gobierno que subsiste sólo con el apoyo norteamericano. Podríamos suponer que Wayne es un experto en diferenciar los tipos de violencia del terrorismo. Los embajadores norteamericanos en México, con la misma función en el resto del mundo, son agentes políticos, informadores, influyen en las políticas locales.

Wayne no será la excepción en México, sobre todo cuando el país se encamina hacia una nueva sucesión presidencial. Su diagnóstico sobre los candidatos presidenciales y el proceso de sucesión será vital para que Washington formule su política hacia México en el sexenio 2012-2018.

A diferencia de Pascual, Wayne es un general de cuatro estrellas, uno de los tres diplomáticos del más alto nivel que existen en los Estados Unidos, especializado en temas económicos, según John Feeley, el encargado de negocios en México.

Wayne llega a examinar a un México donde la violencia delictiva marca la vida cotidiana de los mexicanos y las mexicanas con un Estado cada vez más acosado, débil y con unas fuerzas armadas que no han logrado pacificar las zonas con mayores índices de crímenes.

En el último fin de semana en Ciudad Madera cuatro hombres y dos mujeres fueron ejecutados y sus cuerpos arrojados en el kiosco de la plaza central de esta población de Chihuahua por aparentemente apoyar a los militares; en la ciudad de Durango otros tres cuerpos de hombres amanecieron junto a las vías de un tren al poniente de esta ciudad; por tercera ocasión en los alrededores del estadio de futbol Corona de Torreón ocurrió otra balacera; en el Estado de México diez jóvenes, entre ellos una mujer, fueron asesinados en un presunto “ajuste de cuentas”.

Estas son imágenes de lo que era el traspatio de los Estados Unidos con las que se encontrará el general de cuatro estrellas que llegó como embajador de Estados Unidos en México.

A partir del 11 de septiembre de 2002, el territorio mexicano transitó de traspatio a una extraña zona de la seguridad interna de los Estados Unidos. La soberanía mexicana perdió valor para Washington y se cumplió así el augurio de convertir al país y su territorio en una especie y calidad de incómodo subestado adicionado al país de las 50 estrellas. De sus países “amigos”, somos los más indeseables vecinos.

Paso fronterizo de México con Estados Unidos, Nuevo Laredo

México corre el riesgo de convertirse en una especie de un Estado limitado híbrido, de contención, frontera de seguridad en peores condiciones de la isla portorriqueña, un Estado asociado donde a sus habitantes se les reconoce una ciudadanía.

El único reconocimiento que se les extiende a los mexicanos es el de esclavos en épocas de cosechas y para desarrollar las tareas más despreciadas por los trabajadores norteamericanos.

Según el encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos le pidieron a Antony Wayne venir a México porque tiene experiencia –como resultado de su paso por Afganistán citó La Jornada– en administrar grandes proyectos de cooperación.

John Feeley aseguró que el mismo presidente Barack Obama y la secretaria de Estado, Hillary Clinton enviaron a Wayne porque querían mandar a México el mensaje de que al designar a un diplomático del más alto nivel, se estaba adecuando el emisario a la altura de la relación bilateral.

Anunció el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, el retiro de 33 mil soldados de Afganistan en el año 2012

La llegada de Wayne, con el apellido del actor John Wayne célebre por sus posiciones ultraconservadoras y anticomunistas, lejos está de apaciguar nuestras incertidumbres. Las aumenta. Es un experto en materia de países con procesos de desestabilización como los que vive México en su guerra al narcotráfico.

Afganistán con los talibanes ha sido la última escuela de Wayne; México con las organizaciones criminales que a diario dejan su estela de muertos en distintas zonas del país con un Estado incapaz de frenar esa mortalidad, será para Wayne un laboratorio útil e imprescindible para que en Washington sus cajas de pensamiento analicen y sugieran una nueva política de seguridad nacional hacia su vecino del sur.

Las supuestas declaraciones mal interpretadas del Jefe de la oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de los Estados Unidos, Gil Kerlikowske, que fueron entendidas como una crítica al despliegue de fuerzas militares por el gobierno mexicano para combatir al crimen organizado, hablan del tradicional discurso estadunidense de hablar quedito y con el palo dando que nos han aplicado desde el siglo XIX. Pegan y soban. Así nos traen siempre.

Según la embajada de Estados Unidos la oficina de Política Nacional para el Control de Drogas de su país apoya y está de acuerdo con la política del presidente Felipe Calderón en materia de seguridad y con el despliegue de las fuerzas militares en misiones contra la delincuencia es una medida temporal y de transición.

El presidente Felipe Calderón con los mandos militares de México

Según versiones periodísticas el llamado “Zar antidrogas” de Washington había declarado que prefería que la lucha contra el narcotráfico estuviera en manos de civiles. Sin embargo, un comunicado de la embajada de su país en México lo desmentía y Washington le reiteraba al gobierno de Acción Nacional su apoyo pleno por el despliegue militar al mismo tiempo que apoyaba sus esfuerzos para desarrollar la capacidad de las fuerzas de procuración de justicia civiles para que hagan frente a las organizaciones del crimen organizado.

Wayne tendrá oportunidad de comprobar si su antecesor, si Carlos Pascual, el llamado “arquitecto del avance de las relaciones entre México y Estados Unidos, exageró al criticar al gobierno mexicano por su incompetencia y descoordinación en el combate al crimen organizado.

La tarea del nuevo embajador de Estados Unidos en un México débil y en conflicto, señalará indubitablemente el rumbo del país.

Sensible fallecimiento y recordatorios
Falleció a los 88 años el diplomático, maestro universitario, periodista ejemplar, Jorge Turner, colaborador en la buena época de El Día y otros medios impresos mexicanos. Sus cenizas serán llevadas a su natal Panamá. En la sede de la Hemeroteca Nacional se rindió un emotivo homenaje en memoria de la maestra Martha Celis de la Cruz, espléndida investigadora de la prensa del siglo XIX. A ella se le debe conocer cómo funcionaban los periódicos mexicanos de ese siglo, de qué vivían, cuál era su circulación, uno de los secretos de los actuales periódicos mexicanos.

En una iglesia del centro de la ciudad de México se recordó el primer aniversario del fallecimiento de Fausto Fernández Ponte, corresponsal de Excélsior en Washington, columnista en El Financiero, editor, columnista, fundador de periódicos y revistas y sobre todo un leal y gran amigo. Su columna Asimetrías se publicaba en 50 periódicos del país.
Asistentes al quinto informe de gobierno
Será melón o será sandía el caso es que Carlos Marín, Javier Lozano y Ricardo Alemán, en una sesión de televisión de Asalto a la Razón por Milenio-TV, se quejaron de que la foto publicada por La Jornada el sábado 3 de septiembre de su portada era un “fotomontaje” para afectar a Marcelo Ebrard en sus aspiraciones presidenciales, porque los personajes de la gráfica Enrique Peña Nieto, Rodrigo Medina, Marcelo Ebrard, Ernesto Cordero y Javier Lozano nunca estuvieron juntos en esa posición en el acto del informe del presidente Calderón en el Museo de Antropología.
¿Será?

Miguel Ángel

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