Por Libre Pensador
En México, juventud sin futuro: ni para los sin trabajo ni para los que estudian
*Unos se suicidan físicamente en la ciudad de la esperanza y otros los suicidan socialmente*No hay alternativas ni para los que ni trabajan ni estudian ni para los que logran una maestría o un doctorado *Sólo uno de cada tres posgraduados obtienen empleo, para otros el futuro es de meseros o taxistas, o sólo dios sabe qué.

Mientras en Iztapalapa, una pareja de dos jóvenes desesperados se suicida tras ser rodeados por la policía después de intentar asaltar una panadería, en Ciudad Universitaria termina el Congreso de Posgraduados con un pesimista y desolador pronóstico: solamente uno de cada tres egresados como maestros o doctores tienen oportunidades de empleo. Estos hechos nos dicen con toda crudeza que en este país los jóvenes no tienen futuro, sean los que ni trabajan ni estudian ni los que estudian hasta niveles superiores como maestros o doctores en las universidades del país.

El país está chueco, desviado, frustrado, espejo de discordias. La pareja aún sin identificar que se propuso asaltar una panadería en la delegación más precaria del Distrito Federal, no lo logró, uno de los 15 empleados del establecimiento llamó a la policía. “Ya valió madre”, dijo el joven y con la misma pistola con la que amedrentó a los empleados le disparó a la joven mujer y él mismo se la llevó a la sien y se disparó. No fueron “disparos de tequila”, como dijo bromeando Calderón al referirse en Las Vegas a los springbreakers que cada año acuden a las playas mexicanas de Acapulco, Mazatlán, Los Cabos, Cancún. Nuestro presidente bromeó ante promotores de turismo al decir que los únicos “shoots” (disparos) que recibieron los springbreakers en México fueron “de tequila”. Los disparos de la pareja de Iztapalapa fueron de verdad. No tenían para los disparos de tequila que aludió en Nevada Calderón.

“Pacto de amor”, tituló con toda frialdad Noel F. Alvarado, reportero de nota roja de La Prensa, mientras que Héctor Martínez Serrano, en su programa Buenos Días de Radio Centro, se conmovió por la muerte de los dos atribulados jóvenes. “Aquí les hubiéramos hecho una coperacha”, dijo Martínez Serrano, probablemente el más popular de los locutores de México. Diferencia de sensibilidad en los medios, los que viven del morbo y lucran con el dolor ajeno como son los periodistas de La Prensa, otros apenas lo registran como una nota más, otros pierden la nota de un hecho dramáticamente social, consecuencia de un modelo político que no acaba de resolver el problema que desde Morelos se avizoró de “atemperar indigencia y opulencia”.
Un país que no da futuro a sus jóvenes qué nombre merece, para el que navega en la nada porque ni estudiar les va a sirve a muchos jóvenes que esperanzados salen de las universidades con la idea de servir a la nación y se encuentran con una realidad que es la que fija sus destinos: ser taxista, microbusero, vendedor ambulante, tianguista, empleados, menos la carrera que estudió.

Ese mismo futuro es el de la pareja que se suicida en un intento de asalto o de los jóvenes que estudiosos piensan que una maestría o un doctorado los hace mejores mexicanos. No hay tal, su futuro es el del pesimismo y el de la frustración con un país cuyos gobernantes, del signo partidario que sean, neopanista, neopriistas o neoizquierdistas, son más de lo mismo. Tragedia nuestra cuando su futuro está señalado entre ser policías o militares o en el peor de los casos, embarcarse en los ejércitos privados de la delincuencia organizada que ya se ven venir.
Para unos jóvenes está el suicidio, su desaparición física y para otros el suicidio social. Porque, mientras, los legisladores sacan pingües ganancias con sus dietas, y ni siquiera les piden el título de educación primaria, sólo requieren ser parte de las organizaciones corporativas empresariales, sociales, políticas de los partidos. Ahí ese monumento a la venalidad llamado Senado de la República, del que Vicente Lombardo decía: ¿Qué hacemos, lo vendemos, lo regalamos lo alquilamos?
No hay para dónde se pueden hacer los jóvenes, sólo les queda la huída como braceros a los sin nada y a los que logran un título de maestro o doctor, la fuga de cerebros.

“Ya valió madres”, dijo el joven a su compañera y la llevó hasta la bodega de la panadería y se mataron. No tenían otra opción; el sistema se les cerró por completo por más que en Iztapalapa, la demagoga de Clara Brugada, de las élites de René Bejarano, diga y diga que su gobierno es popular. No hay tal si en su delegación dos jóvenes se suicidan por hambre, por desesperación, porque se les terminó el futuro antes de los 25 años. Y por más que diga Clara que eso no le tocaba a ella, el PRD tiene más de 10 años de gobernar la capital y sólo se dedica a dar grandes obras a los contratistas privados, y trata de mitigar la sed de justicia con los famélicos comedores de Martí Batres, quien aspira a ser el candidato a Jefe de Gobierno en el 2012 y no sabe o se hace el desentendido de que entre Marcelo Ebrard y los chuchos ya decidieron que fuera el senador Carlos Navarrete. ¡Pura política! y nada de justicia social. Hacen cómo que hacen justicia social y “ya valió madres” como dijo el joven suicida de Iztapalapa antes de darle un beso a su compañera y darse en la madre los dos porque este país está más podrido que la Dinamarca de Hamlet.

En la panadería Lecazroz eran como las 23 horas del viernes 20 de mayo cuando llegó la pareja de jóvenes, entraron por la puerta de emergencia, ya los empleados preparaban la harina para el día siguiente. El joven portaba una pistola calibre 38 y amagó a los empleados. Uno de ellos llama a la policía, que rauda y veloz, cosa rara, rodea la panadería, y la pareja, antes que entregarse, optan por el auto sacrificio, desaparecer de la ciudad de México, la ciudad que Andrés López Obrador tituló falazmente como la de “la esperanza”. No hay tal esperanza, ni en la ciudad de México, que no se equivoquen. Cuauhtémoc Cárdenas ofreció sacar a la delincuencia de las calles y aún los capitalinos esperan que cumpla su promesa. Eso sí, Cuauhtémoc va a regañadientes al inicio de campaña de Alejandro Encinas en el Estado de México, a simular una izquierda unida. Encinas hace como que los unió la divina providencia y no son pocos los que se van con la finta de ver de un lado a López Obrador, y del otro lado de su candidato en el Estado de México a Cuauhtémoc y a Marcelo.
Pero eso sí, Marcelo es declarado por quién sabe qué organización fantasma, el mejor alcalde del mundo. Escuchen esto: el mejor alcalde del mundo. Nada que ver con los jóvenes suicidas de Iztapalapa a los cuales se les acabo la esperanza y dijeron: “Ya valió madres”.

También valió madres el país para los estudiantes de posgrado de la UNAM en su primer congreso. Su única esperanza está en estados Unidos donde las empresas los becan y los contratan; aquí no existen esas oportunidades. Héctor Hernández Bringas, coordinador de estudios de posgrado de la UNAM, lo dice con toda crudeza: “El mercado de trabajo no se está desarrollando, y si bien ha crecido en el número de empleos, éstos son precarios y no atienden las necesidades más importantes de nuestra sociedad”
Cada año egresan de la as universidades del país tres mil doctores en diferentes ramas del conocimiento, y después qué: al limbo dos mil de ellos. No hay empleo y los que hay son de ingresos precarios. De meseros en Vips o en Samborns.
José Ramón Mejía, de 35 años, del posgrado de Estudios Latinoamericanos, lo advirtió en La Jornada: “Para quienes optamos por dedicarnos a la investigación, como para muchos otros sectores de la juventud, el panorama no es alentador. Esto genera cierta desesperanza pues hoy no basta estar preparado al más alto nivel para desarrollarte. Lo vemos con los que se van (fuga de cerebros); no creo que haya plazas suficientes para todos los investigadores que vamos a salir. Hoy, la mayoría sobrevive con una beca, pero cuando nos graduemos la realidad será compleja.”
Sara Reyes tiene 28 años, estudia la especialidad en enfermería del adulto en estado crítico, es optimista : “Las oportunidades las tenemos que generar nosotros mismos. La UNAM nos da una formación. Cada día en el posgrado se profundiza en el conocimiento y la investigación; es bueno compartir experiencias, como lo hicimos durante el congreso. La idea es que nuestro país mejore, y creo que ir todos los días a las aulas y echarle ganas es una contribución importante para la solución de los problemas del país.”

La UNAM registra 25 mil estudiantes de posgrado: 9 mil en maestría, 5 mil de doctorado y el resto de especialidades. Cada año se gradúan de esta institución alrededor de 2 mil 500 maestros y 600 doctores; de la UNAM surge uno de cada cuatro graduados en doctorado en el país. No es poca cosa, pero el reto es mayor, darles empleo, ocupación.
Pierde México, pierden los estudiantes y se pierden 2 mil millones de pesos en la capacitación de los posgraduados. O sea todos perdemos, la pareja suicida de Iztapalapa, la UNAM, el país, todos, los empresarios, los partidos políticos, los políticos, los obreros, los campesinos, o sea todos.
Y después nos vienen hablar de ciudades heroicas, como Ciudad Juárez, donde la muerte es el destino de los jóvenes.
Tristes noticias
Notas penosas y pérdidas tristes, la muerte de dos ilustres maestras universitarias e investigadores, las profesoras Martha Celis de la Cruz que falleció el jueves 19 de mayo y Silvia González Marín, el miércoles 18 de mayo.
A pesar de la campaña de crueldad contra el poeta Javier Sicilia, a extremos de las que hacían los nazis a los judíos, su caravana parte este 4 de junio a Ciudad Juárez, donde ya se adelantó Calderón a pretender minimizarlo con su desfile militar y a propalar que bajó el número de muertes. Esto sí es poca cosa.