Entrelineas
Miguel Ángel Schultz
El proceso electoral en curso en Oaxaca se da en una atmosfera enrarecida por la ausencia de una ley estatal electoral, debido a que la Suprema Corte de Justicia de la Nación echo abajo la ley aprobada en julio pasado, por la Cámara Local de Diputados en medio de un “desgreñadero”, que puso en evidencia el pobre nivel legislativo que existe en la entidad, producto de una clase política sin oficio y con demasiados intereses personales y por su gusto al sabor del dinero, de quienes en vez de producir leyes, están empeñados “agandallarse” los 600 millones que tienen la 62 legislatura estatal de presupuesto y que es comanda por Nati Díaz Jiménez, del PAN, Alejandro Avilés Álvarez, del PRI y Jesús López Rodríguez del PRD.
En Oaxaca desde el ocho de octubre está el curso el proceso electoral 2016 donde se elegirán al gobernador, 42 diputados que integran el congreso estatal y 153 presidentes de los 570 que integran los municipios de la entidad. De los 11 contendientes en los comicios locales, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), es el único que tiene una estructura que abarca los cerca de 94 mil kilómetros cuadrados, que conforman la entidad, pero en estas elecciones, sufre de una división interna insalvable entre sus dos grupos más poderosos, que encabezan los exgobernadores José Murat y Ulises Ruiz.
Esta división ha bajado hasta nivel de ranchería municipal en las empobrecidas ocho regiones del estado, porque cada uno de éstos ex mandatarios, tienen a sus propios candidatos, que de ninguna manera aceptaran ceder el paso a su contrincante, aunque el primer priista del país, Enrique Peña Nieto, los pudiera sentar, llamar al orden y someter, difícilmente aportaría, de buena fe, su fuerza electoral al contrario, cuando mucho lo dejarían pasar diciendo entre dientes “que se chingue”.
A la cabeza de las fuerzas priistas está Alejandro Murat, cuyo impulsor es su papá, José Murat y en el otro extremo Eviel Pérez Magaña, tiburón, que no delfín, de Ulises Ruiz Ortiz, según el mismo lo dice. Luego siguen los priistas que han ido creciendo o que no lo han terminado de hacer. Por orden de aparición Héctor Pablo Ramírez Puga Leyva, José Antonio Hernández Fraguas, Samuel Gurrión Matías, Javier Villacaña; Mariana Benítez Toledo; Héctor Anuar Mafud, Sadot Sánchez Carreño y luego de estos, todos los demás, incluyendo a Gerardo Gutiérrez Candiani, el de los afectos presidenciales.
La división de los priistas dejará pasar las condiciones políticas a su favor, por el hartazgo de la población al gobierno del cambio, que preside Gabino Cué, que ha roto con su principal aliado, la Sección 22 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación y también la división que se da entre los decenas de organizaciones sociales, pero que han podido disfrutar a medias de la migajas del banquete del poder, por lo éstas estarían a sumarse sí ven una posibilidad real de llegar a tener el gobierno del estado en sus manos, otra vez, con sus prepuestos históricos, que en el actual sexenio sumaran los cerca 500 mil millones de pesos.
@MiguelAschulz