Por Horacio Corro Espinosa
Para el 26 de abril de 2018
A partir de que comenzaron las campañas electorales, coincidentemente, mi cuenta de Twitter tuvo un incremento significativo en el número de seguidores.
Algunos de ellos parecen ser personas reales por su número de seguidores, el número de tuits que han emitido, y por la cantidad de meses que llevan manejando su cuenta. Otros son diferentes, primero, porque no tienen ilustración del rostro o cuando menos un avatar. La mayoría de esas cuentas sólo presentan un huevo como identificación visual. No se requiere mucha sabiduría para estar al tanto que la mayoría de ellos son troles.
En el Internet y en las redes sociales, se trata de una persona, o una cuenta, que se dedica a agredir, a difamar o a engañar con una identidad falsa. La principal intención de estos, es la de molestar con comentarios fuera de todo contexto, pero que llevan el propósito de causar dolor no sólo al remitente, sino a la familia también.
Estos troles que se han empeñado en seguirme en los últimos días, tienen el propósito, o se preparan para lanzar campañas, tal vez ofensivas o cuando menos molestas durante las contiendas electorales.
Otros compañeros periodistas me han comentado que también en sus cuentas han registrado este fenómeno. El objetivo en esta campaña será la de persuadir o presionar de alguna manera para que alguien resulte favorecido.
Desde luego que hay de troles a troles, pero la mayoría se dedica a hacerles la vida imposible a los candidatos, principalmente, para derrotarlos psicológicamente. A veces colocan la fotografía de su rostro sobre imágenes pornográficas y las hacen circular por la red.
Otros más reciben mensajes con la dirección de su casa y la amenaza de que va a ser asaltada. O en otras ocasiones lo invitan a suicidarse o cosas por el estilo.
En el 2012, Barack Obama fue el primer candidato que utilizó las redes sociales para desarrollar su campaña política, y desde donde pudo reunir 504 millones de dólares.
Cuatro años más tarde, Donald Trump, superó por mucho a Obama, utilizando sólo el Twitter, pero no para reunir dinero, sino para pedir el voto de forma directa al electorado. Así evitó tocar a los medios de comunicación que hasta la fecha los detesta.
La mayoría de los políticos aspirantes a cargos de elección popular, saben que las redes sociales son muy importantes, pero la mayoría de ellos no sabe manejarlas. Algunos creen que solo sirven para enviar y recibir mensajes oficialistas, cuando en realidad, a nadie le interesa eso.
Quien sabe muy bien qué efecto puede tener cada mensaje, es Donald Trump. Sabe que lo que escriba definirá la agenda política internacional, y que entre más escandalosos sean los textos, serán más eficaces para motivar a periodistas y enfurecer a sus enemigos.
Enrique Peña Nieto, nunca utilizó las redes sociales. Para él fue más importante la televisión.
Hace tres años, Gabino Cué Monteagudo le pedía a los aspirantes a la presidencia municipal o a la diputación local, que tuvieran un número importante de seguidores en Twitter, pues creía que eso podría definir el gane electoral del candidato. Pero para desgracia de los aspirantes, muchos de ellos ni a cuenta llegaban.
En las campañas de hoy, han surgido un montón de cuentas de los aspirantes a los diversos cargos de decisión electoral, lo que muchas veces quiere decir, que los mismos aspirantes siguen sin tener idea del poder que tienen las redes sociales.
No cabe duda que los tiempos han cambiado, pero ante el analfabetismo de muchos políticos, principalmente candidatos, ante su desesperación, crean sus troles, a través de los cuales piensan derrotar a su contrincante con difamación y otro montón de tonterías. Traducido esto, quiere decir, que sus intenciones no son nada buenas para los próximos días.
Es probable que tengamos unas campañas extremadamente sucias, y que tal vez, la decisión no sea tomada en las urnas, sino en internet.
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