Por Horacio Corro Espinosa
Para el 20 de agosto de 2018
La frase más celebre del general Mac Artur fue una sola palabra: “Volveré”. Y la frase más importante de Ulises Ruiz Ortiz cuando se despidió de su sexenio fue: “Nos veremos pronto”.
Se tardó 13 años para aparecer otra vez en escena, y nos dijera a los oaxaqueños que había descubierto que el quesillo ya no es solo de Oaxaca; que el mezcal ya dejó de tener la denominación de origen, y que ahora tendremos que pagar ocho pesos por cada viaje que demos en los camiones destartalados mal llamados urbanos.
Él mismo dijo que no descubría el hilo negro, pero en realidad, lo acababa de descubrir para él mismo. Nos vino a decir a los oaxaqueños lo que todos ya sabíamos. Así pues, nos trajo su sabiduría rancia.
Dijo que la derrota electoral del Partido Revolucionario Institucional fue por las imposiciones, por rechazo al gobierno de Enrique Peña Nieto, por la soberbia del partido, por el desprecio a la militancia, por las malas prácticas de sus líderes, entre otras cosas.
Todo esto ya lo sabíamos. Solo que lo expresó frente a periodistas y en un restaurant de lujo.
Ulises vino en busca de simpatizantes para que lo hagan fuerte en la posible contienda para elegir al presidente del PRI.
Sus palabras las decía como si el descubrimiento de la corrupción en el PRI fuera reciente.
Si echamos una mirada hacia atrás y a ojo de pájaro, veremos que en el tiempo de don Porfirio Díaz, los dineros eran manejados estrictamente, casi bajo el mandamiento de: “no hurtarás”.
Se afirma que don Porfirio y el porfiriato fueron corruptos porque dieron vigencia formal al Congreso de la Unión con una generosidad en el sueldo, con el halago en el trato, y así mantuvo durante tres décadas a los diputados y senadores: sometidos a la voluntad presidencial.
De don Porfirio, se dice que fue corrupto porque propició y toleró el culto a la personalidad del ejecutivo. El culto se rendía diariamente, desde todas las trincheras y a través de una prensa vendida en una dosis masiva de elogios desbordados.
La historia y los historiadores en ningún momento dicen que don Porfirio, ni los porfiristas, se apropiaran de los dineros y de los bienes de la nación. La revolución de 1910 no fue por las raterías de los funcionarios públicos, sino por la mentira, el culto a la personalidad, el poder absoluto, y porque canceló las posibilidades para un entendimiento civilizado.
Sin embargo, la derrota del Revolucionario Institucional, fue lo contrario al tiempo de don Porfirio. Fue por las raterías que este gobierno permitió, no sólo a nivel federal, sino a todos los niveles inferiores.
La corrupción del sexenio que casi termina, fue como el salitre, penetró y carcomió todas las entrañas del poder, sin que nadie les marcara un alto.
La única salida que tiene el PRI para recuperar el poder, será cuando la gente que rodee al señor López, demuestre más descaradamente su corrupción, y cuando los militantes del partido de Ulises, no tengan antecedentes de pudrición. Así que por este lado, Ruiz Ortiz, si es que busca sanar y recomponer a su partido político, no debe ni tiene derecho a inscribirse en la contienda interna de ese partido. El burro no puede criticar las orejas de sus compañeros de enfrente.
“Nos veremos pronto”.
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