Fuentes del hospital Panti Nugroho, de Yogyakarta, confirmaron que habían recibido a 13 personas con heridas y que un bebé de tres meses había fallecido por un grave problema respiratorio causado inhalación de ceniza.
Al menos nueve personas de edad avanzada fueron ingresadas por trastornos respiratorios y el resto a causa de quemaduras, informó el centro médico.
Entrada la noche en Java, militares, agentes policiales y funcionarios civiles cubiertos con mascarilla blanca continuaban con el traslado de evacuados, en camiones del Ejército y furgonetas, a lugares seguros, según las imágenes de la cadena Metro TV.
Un indonesio llevaba cargado a hombros a una persona al lado de los vehículos que se alejaban por carretera del volcán, sin que se pudiera ver si la persona estaba herida o cansada.
Fuentes de la Cruz Roja Indonesia indicaron que han distribuido mantas, plásticos y tiendas en los centros de acogida que se han establecido en la región del volcán.
El Gobierno comenzó el lunes a evacuar unas 40 mil personas para establecer un radio de seguridad de diez kilómetros en torno al cráter de la montaña, de 2 mil 914 kilómetros de altura sobre el nivel del mar.
Los vulcanólogos habían advertido de que la presión en el interior del volcán había alcanzado un nivel peligroso y que se produciría una gran explosión si no se liberaba de forma gradual.
Los servicios de rescate tienen como prioridad a niños, mujeres y ancianos, pero también les preocupan los campesinos que se resisten a abandonar sus cultivos.
A lo largo del fin de semana, la actividad del Merapi fue en aumento hasta superar las 500 explosiones diarias y casi 200 pequeñas erupciones de lava por jornada.
Hace cuatro años, cuando el Merapi estalló por última vez, se produjeron dos muertos, un terremoto y una nube de ceniza incandescente y gas que envolvió la ciudad de Yogyakarta.
Indonesia se asienta sobre el llamado ‘Anillo de Fuego del Pacífico’, una zona de gran actividad sísmica, y al menos 129 de sus más de 400 volcanes están activos.