* De continuar esta tendencia, en 2037, ya no existirán tierras de cultivo en una zona única donde se produce 75% del vino mexicano
* Vitivinicultores hacen un llamado a los mexicanos para evitar que suceda la misma destrucción que en Tulum
Valle de Guadalupe, Ensenada, BC.- Vitivinicultores, enólogos, chefs y la comunidad del lugar, integrados en “Rescatemos El Valle”, lanzaron este lunes una convocatoria con un amplio y atento llamado a los gobiernos federal, estatal y municipal para salvar la esencia rural de El Valle de Guadalupe frente al embate a que el desarrollo económico, urbanización y la ausencia de Estado de Derecho lo llevan desde hace cinco años, con la enorme probabilidad de que si no hay un alto inmediato desaparezca en 2037.
En los últimos cinco años se han construido antros, centros nocturnos y fraccionamientos; se han realizado conciertos masivos y se ha lotificado y vendido la tierra, sin respeto a los reglamentos y leyes existentes, motivo por el cual El Valle se está convirtiendo en una ciudad, destruyendo su vocación agrícola, que lo ha posicionado como uno de los lugares más icónicos de México, expresaron.
En Rueda de Prensa virtual, participaron Natalia Badán, vitivinicultora; Fernando Pérez Castro, presidente del Consejo Estatal de Productores de Vid de B.C.; Ileana Espejel, académica; Mauricio Cantú, presidente de Provino; Jair Téllez, chef; Claudia Turrent, de Por un Valle de Verdad; y Santiago Cosío y Keiko Nishikawa, director General y directora de Relaciones Públicas de Bodegas de Santo Tomás, respectivamente, entre otros muchos miembros de la comunidad.
Hicieron énfasis en que durante los últimos cinco años estas empresas han deforestado al menos mil hectáreas de conservación y producción que ahora se usan para antros, grandes foros de conciertos y casas privadas, pero advierten que aún viene lo peor.
Entre 2014 y 2019 se perdió 18 por ciento de tierra agrícola en El Valle y el futuro luce aún más desolador, porque de las cinco mil 445 hectáreas cultivables que había en 2017, el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) de Ensenada prevé que quedarán menos de la mitad (dos mil) en el año 2027.
El mismo pronóstico estima que para el año 2037 no quedará una sola de esas tierras de cultivo que han puesto a dicha zona del estado en el panorama vitivinícola nacional e internacional.
“En términos generales se identifica como causa principal de la problemática en El Valle de Guadalupe al crecimiento descontrolado de los asentamientos humanos, que trae como consecuencia efectos directos sobre el agua, suelo, agricultura, comunidad y el paisaje”, expresaron.
Además, subrayaron que la edición del Programa Sectorial de Desarrollo Urbano-Turístico de los Valles Vitivinícolas (PSDUT), publicada en 2010 con el explícito propósito de “conservar la tierra agrícola en un 95 por ciento durante los próximos 30 años”, fue un fracaso.
En diciembre 2018 se publicó una nueva versión, actualizada; y entre una y otra publicaciones el área decretada ‘de conservación’ se redujo 424 por ciento, mientras el polígono total bajo jurisdicción del Programa es ahora 81 por ciento más pequeño.
Meses atrás fue clausurado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente el Foro APM por desmontar 16 hectáreas de vegetación en zona agrícola y de conservación; pero la empresa de música y entretenimiento Bandamax celebró recientemente en su portal de Internet la apertura de la Arena Valle de Guadalupe para finales de 2022, con capacidad para nueve mil personas.
Otro negocio es el Anfiteatro del Valle con capacidad para siete mil personas, que organizó un concierto de Francisco Céspedes el 14 de mayo pasado. Además de esto, se han abierto más de cinco antros en El Valle de Guadalupe, una cosa que sería inaudita en cualquier otra región vinícola en el mundo, desde Mendoza hasta Burdeos.
La depredación actual no sólo atenta contra el patrimonio cultural y paisajístico de una bio región única, sino que está perdiendo también la ventaja competitiva de la zona, la más importante del país con 75 por ciento de la producción nacional de vino, la cual contribuye con uno por ciento del PIB agrícola, emplea directamente a cuatro mil 500 personas e indirectamente a más de 10 mil, además de la participación de mujeres en más del 40 por ciento del empleo total generado.
La derrama económica generada por el enoturismo en Baja California significa tres mil 600 millones de pesos y una recaudación de impuestos de 165 millones de pesos, como reflejo de un incremento importante del consumo del vino per capita en México, que pasó de 250 mm en 2002 a 964 mm en 2018.
Por estos motivos, expresaron los integrantes de “Rescatemos El Valle”, coinciden con el presidente de la República en su lucha por salvar al campo mexicano. Como él mismo lo dijo “el campo es extraordinario, no solo se producen alimentos, no solo es la fábrica más importante de México, es también una forma de vida sana, buena, porque en el campo hay una gran reserva de valores, culturales, morales y espirituales.
La situación de El Valle de Guadalupe es grave, pero afortunadamente hemos obtenido respuestas positivas de mucha gente que quiere proteger este lugar. El problema es que el ritmo de la depredación nos va ganando. Nos da gusto escuchar a la gobernadora Marina del Pilar cuando dice que ella no permitirá que El Valle se convierta en el antro más grande de Baja California, nos entusiasma también la presencia de la Semarnat y su titular María Luisa Albores.
Y sobre todo la amplia participación comunitaria de muchísimos sectores de El Valle de Guadalupe. Ojalá todos juntos podamos tomar acciones concretas e inmediatas para proteger este patrimonio nacional, y que el ejemplo de El Valle se utilice para salvar tantas otras zonas agrícolas del país, y así se proteja el campo mexicano, declaró Pérez Castro.
En ese sentido proponen “generar una nueva denominación jurídica federal para proteger el patrimonio agrícola del país y una denominación biocultural que proteja al campo y su cultura cómo se protege también a las áreas naturales. Esto permitiría que a través de esta figura jurídica se protegiera a comunidades rurales y productos agrícolas a lo largo y ancho del país tal como son, además de la vid, el café, chocolate, vainilla, árboles frutales de fruta endémica, agave y otros muchos productos y regiones”.
Además de ello proponen leyes federales que protegen el uso agrícola del suelo en El Valle de Guadalupe, el nombramiento de El Valle de Guadalupe como una “Zona de belleza natural y cultural”, como lo establece la Ley de Preservación del Patrimonio Cultural del Estado de Baja California en su Artículo 5 y, sobre todo, la aplicación de las leyes y reglamentos que actualmente protegen a esta región agrícola pero que han sido ignorados por autoridades y empresarios.
“Llevo 69 años viviendo en El Valle de Guadalupe. Lo conozco como a mi piel: Hoy, ese sueño se rompe como un espejo. La compatibilidad turística que tiene toda región de grandes vinos nos rebasó y nuestro valle está amenazado con convertirse en una ciudad mal hecha, presa de intereses económicos a corto plazo. Estamos asesinando la oportunidad histórica que tuvimos de ser un valle netamente agrícola, rural, con arraigo profundo a nuestro suelo y al milagro de lo que el suelo puede darnos cuando lo tratamos bien, orgullo de todos los mexicanos. Necesitamos acciones urgentes para rescatar lo todavía rescatable: Que se obedezcan las leyes ya existentes, sin excepción, que se protejan ésta y otras regiones agrícolas de México”, expresó Natalia Badán, vitivinicultora de El Valle de Guadalupe.
Por todo esto esperan encontrar eco en las autoridades correspondientes y se presente una Iniciativa de protección a El Valle ante el Congreso local y el Congreso Federal y se constituya dicha figura jurídica a través de la participación de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda, y de la Federación, para fortalecer y preservar la vocación agrícola.
“Ciudades pueden hacerse en muchos lados, pero las tierras cultivables no se pueden fabricar. Esta es una región agrícola única e irrepetible. Hay que conservarla”, expresó la académica de la UABC, Ileana Espejel.
“No queremos ser otro Tulum”, concluyeron los vitivinicultores.