Juan Arturo López Ramos
Lamont, California, USA. Me informaron su edad, su origen, su lengua y pedí a mis anfitriones una entrevista inmediata con él. Nos trasladamos a las orillas de Bakersfield y penetramos un camino de terracería, cruzando improvisados corrales de ganado. Me recibe un rostro de bronce, austero, curtido por incontables días de sol y una leve sonrisa que oculta su denso bigote blanco. Cuando lo escucho, tiemblo de emoción.
Estoy ante un tesoro vivo: Tiene 104 años de edad y solo habla mixteco; se llama Modesto López Bautista y nació en San Juan Mixtepec, Oaxaca, el municipio más antiguo, que le dio nombre a toda la región y donde hoy el 92 por ciento de sus habitantes habla su idioma original. Ambos, él y yo, nos encontramos en un lugar ajeno, a miles de kilómetros de Oaxaca, pero nuestra conversación fluye naturalmente, cada palabra eleva nuestro nivel de conciencia y desdobla nuestros espíritus, iluminando nuestro camino hacia el pasado, que devela secretos milenarios.
En el preámbulo, me entero que su sangre y la mía son la misma, porque es primo hermano de mi padre, Ta`Lel (Don Fidel, de 102 años de edad) y relata que mi abuela Josefa, huérfana al nacer, recibió leches de muchas señoras del Pueblo Viejo para sobrevivir y ese inusitado hecho dotó de inteligencia superior a su hijo, mi padre.
Cuenta que en el Mineral “Los Tejocotes” trabajaban mil 500 mixtecos que recibían migajas de los intermediarios de Pachuca, Hidalgo, quienes trataban directamente con los gringos que explotaban la mina de antimonio de la región, -en auge durante la segunda guerra mundial, porque utilizaban ese material para el fuselaje de los aviones-. “Entró Ta´Lel a la asamblea, interrumpiendo el orden del día y pidiendo en mixteco trato directo con los gringos, sin intervención alguna. Tras lograrlo después de acalorada discusión, fueron a cobrar bajo el nuevo régimen y no alcanzaban sus sombreros para contener la lluvia de monedas de oro”. El hecho se volvió legendario.
Pero más legendaria aún resultó la extraordinaria leyenda que él recordó con gran añoranza: “Junto al enorme Sabino que presidía la población de Mixtepec, vivía un águila enorme que los ancianos decidieron capturar, pero ella alzó majestuoso vuelo y voló hasta señalar el sitio donde había de construirse la gran ciudad sobre el espejo del agua, que así se conoce en mixteco antiguo a la gran ciudad de México-Tenochtitlán”.
Las fuentes señalan la enorme influencia de la cultura mixteca al propiciar el florecimiento de los pueblos del altiplano central: toltecas, texcocanos y aztecas, así como innumerables matrimonios entre la nobleza mixteca y la nobleza de estos pueblos. Ixtlixóchil señaló textualmente, al contar la historia de su pueblo, Texcoco, -que fue capital cultural del valle de México-: “Y llegaron los mixtecos a civilizar a los texcocanos”, y en sus códices aparecen los mixtecos vestidos con mantas de algodón y con los instrumentos de sabiduría en sus manos: los pinceles y la tinta azul y roja.
Además, todo el panteón cultural Azteca presenta una completa y total influencia mixteca: Los diseños de los textiles, las bellísimas joyas de oro, la talla del cristal de roca, su escritura, su calendario. Todas estas valiosas referencias avalan que atrás de la leyenda del águila, se encuentra una gran verdad por develar, en la fascinante historia de México.