Jesús Rito García
A veces, cuando escribo, tengo la sensación de que estoy comiendo una roja sandía frente al mar, con mis pies en la arena… Aunque a veces tengo la sensación de que el oficio de escritor es un oficio que se tiene que madurar como el vino, para ser valorado.
Es un oficio que todos piensan que no se gasta ni un peso, que no se invierte nada, no es una empresa que valga la pena. Y con esto no pido que me regalen el dinero, sólo pido que sean justos con quienes escriben.
Está bien, infinidad de veces los poetas han dicho que cobrar por tus poemas es denigrarlos, es transformarlos en objeto de vendimia, cosa que me parece correcta. Pero el problema es que ya no vivimos en la Edad Media, donde los juglares iban por los caminos pidiendo comida o un vaso de “bom vino”, cosa que en muchas ocasiones sí te ofrecen los amigos. Pero bueno, uno se puede volver alcohólico y esperar una muerte bastante feliz, a partir los buenos vinos. Pero también digo que a los juglares les daban de comer, los vestían, les daban un saludo y eran escuchados en las plazas. Ahora, si te leen ya es ganancia, si te saludan por la calle, mucho más.
Pero no se trata de morirse de hambre o ser dueño de Televisa o Air France, pero sí de que si escribes algo, te lo paguen como es debido, que te ayuden para pagar la renta, mantener a los hijos, comprar ropita, tortillas, la luz, el gas. Cosas de personas comunes, ya saben, el estira y afloje de la vida, pidiendo prestado, pero teniendo la posibilidad de pagar con tu trabajo.
Todos te dicen, ¿quieres publicar?, yo mismo lo he hecho, invitando a escribir a mis amigos a revistas literarias, o publicaciones electrónicas, pero en verdad voy a hacer todo lo posible por pagar. Promover la literatura es tan caro y me da una terrible pena que no te puedas comprar ni un lápiz con tu trabajo.
El problema es que para que te llamen de un periódico y te digan, –¿usted es el escritor Fulano de Tal? ¿Le gustaría escribir en nuestro diario y ser parte de nuestro equipo de trabajo? –pagamos bien, espero esté interesado.
Ese es un sueño que posiblemente puedas disfrutar después de los cuarenta años, no todos, pero a la mayoría le pasa lo mismo. Entonces hasta esa edad, en la que ya tienes algunos hijos, enfermedades y problemas de la vista; aproximadamente hasta esa edad te deciden pagar por todo lo que haces, que si una lectura, que si una conferencia, que las publicaciones. Antes, nada de nada. Sólo te dicen, vas bien, pero no es tan fácil. Como si leer y escribir fuera cosa de hacer enchiladas, (hasta hacer enchiladas tiene su chiste).
Como si comprar un libro, asistir a la universidad, leer horas y horas no representara ni un solo centavo. A parte de eso, hasta en tu familia te dicen, te la pasas leyendo y no haces nada. Eso me da una risa terrible, ya que de niño no hacían más que fastidiarte diciéndote, estudia, lee, no vayas a terminar de cargador. Y ahora, si no te ven de cargador, o subiendo y bajando escalares, es como si no hicieras absolutamente nada. Es la misma historia de los que se casan muy jóvenes; primero, es una desgracia en la familia, hasta los quieren desheredar y los prefieren ver muertos, después, ya que nacen los nietos, todo es miel sobre hojuelas.
Pero regresemos a que debería de valorarse el trabajo de escritor, sino, ¿quién hará todas las historias de amor y desamor que ven en la Televisión? ¿O las pelis en el cine? Los programas de radio, noticieros, en fin, todo aquello donde se tenga necesidad de escribir. Lo malo es que para hacer todo eso, se toman las versiones más sencillas del arte de escribir (no en todo) pero en el caso de las telenovelas, son moldes ya establecidos.
En fin, lo ideal es que a partir de los versos o las historias que contamos se valore aunque sea un poco. Esta discusión ya tiene varios siglos, pero nunca está de más recordarla, ya que eso de vivir solamente de aire, no es muy atractivo.