La falta de alimentos puede conducir a una hambruna, y la de combustible, dejar paralizadas infraestructuras vitales como los hospitales y las fábricas de alimentos. Pese a esta delicada situación sobre el terreno, el enviado de la ONU
informó de “que existe un renovado impulso internacional” para buscar una solución pacífica al conflicto.
La más reciente ofensiva del grupo Ansar Allah en la gobernación de Marib durante el último mes ha producido un brusco giro en la situación de Yemen y pone en peligro a millones de civiles especialmente cuando los combates amenazan con llegar a los campos de desplazados internos, afirmó este jueves ante el Consejo de Seguridad el enviado especial del Secretario General de la ONU para el país árabe, Martin Griffiths.
El diplomático británico destacó que la ambición por conseguir ganancias territoriales por la fuerza amenaza todas las perspectivas del proceso de paz y no hace más que empeorar la situación humanitaria.
“Se vislumbra la amenaza de la hambruna. Un gran número de funcionarios no está recibiendo sus salarios. La insuficiente entrada de barcos de combustible que entran en el puerto de Hudaydah, junto con los obstáculos a la distribución nacional, han provocado una grave escasez de combustible en las zonas del norte controladas por Ansar Allah. Nos llegan informes de que los hospitales y las fábricas de alimentos se están quedando sin combustible”, alertó.
Sin embargo, manifestó su confianza de que el Gobierno yemení permita rápidamente la entrada de navíos para aliviar esta situación concreta.
Pese a esta delicada situación sobre el terreno informó “que existe un renovado impulso internacional” para buscar una solución pacífica al conflicto y dio la bienvenida a lo que denominó “una renovada atención de Estados Unidos a Yemen”, tras el anuncio del 4 de febrero por parte del presidente estadounidense Joe Biden del nombramiento de un enviado especial de Estados Unidos para Yemen, Timothy Lenderking, y el fin del apoyo estadounidense a la coalición militar liderada por Arabia Saudí contra los hutíes.
“El apoyo internacional para poner fin al conflicto es indispensable, y esto nos ofrece una nueva oportunidad de reabrir el espacio para una solución negociada”.
Griffiths explicó que existe una salida negociada a este conflicto, pero que como en cualquier negociación, “las partes deben saber hacia dónde se dirigen. Necesitan ver claramente cuál es el objetivo final”.
El enviado especial consideró que para aprovechar la oportunidad de revitalizar el proceso político en el país las partes deberían seguir una serie de puntos.
“Acordar inmediatamente un alto el fuego en todo el país que acabe con todas todas las formas de combate; adoptar medidas económicas y humanitarias, que incluyan como mínimo: garantizar el flujo sin obstáculos de combustible y otros productos básicos a Yemen a través de los puertos de Hudaydah, destinando esos ingresos portuarios a los salarios de los funcionarios públicos (…) y abrir el aeropuerto de Saná al tráfico comercial internacional”.
Una hambruna masiva podría desperdiciar la oportunidad de conseguir la paz
Por su parte, el secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, reiteró que Yemen “se precipita hacia la peor hambruna que el mundo ha visto en décadas”, que las tasas de malnutrición están en máximos históricos y que en todo el país hay unos 400.000 niños menores de 5 años gravemente desnutridos en todo el país.
Lowcock se sumó al aplauso de Griffiths y acogió con satisfacción el nombramiento de Lenderking, así como su intención de priorizar la diplomacia para poner fin a la guerra y hacer frente a la crisis humanitaria en el país árabe.
“Ahora mismo existe una importante oportunidad para ayudar a Yemen a avanzar hacia una paz duradera del modo que acaba de describir Martin. Esa oportunidad desaparecerá, se desperdiciará si Yemen cae en una hambruna masiva”.
Para evitar que eso ocurra, Lowcock destacó la necesidad de actuar urgentemente en cinco puntos: la protección de civiles; el acceso humanitario; la financiación de las operaciones de ayuda; el apoyo a la economía; y el progreso hacia la paz.
En lo relativo a la ayuda y el acceso humanitarios declaró que los problemas más graves se registran en el norte del país y que “las autoridades de Ansar Allah retrasan regularmente los procesos rutinarios. Intentan regularmente interferir en la entrega de la ayuda. Y regularmente acosan a las agencias de ayuda y a su personal. Esto es inaceptable“.
Lowcock informó al Consejo de Seguridad de que, debido a la escasez de presupuesto, “muchas familias hambrientas del norte están recibiendo sólo la mitad de la ayuda alimentaria que deberían”.
Con relación al presupuesto de operaciones de ayuda humanitaria del año pasado recordó que solo se consiguió “unos 1900 millones de dólares, es decir, la mitad de lo que necesitábamos y la mitad de lo que obtuvimos el año anterior”.
La falta de financiación obligó a los trabajadores humanitarios a cerrar “muchas instalaciones que proporcionan agua potable, saneamiento y servicios sanitarios ” y añadió que “muchas más están amenazadas de cierre porque las agencias no pueden costear la ayuda que las mantiene en funcionamiento”.