No basta con celebrar

Porfirio Santibáñez Orozco

Llegó el día en el que los mexicanos y los oaxaqueños recordamos con una alegría contenida el bicentenario de la Independencia.

Con diversos actos que se llevarán a cabo, especialmente en los centros urbanos más importantes del estado de Oaxaca y de todo el país, recordaremos a los héroes que, como dice el lugar común, nos dieron patria pero al mismo tiempo expresaremos nuestros temores y nuestra insatisfacción por el ambiente de inseguridad que se respira y por los pendientes históricos que todavía seguimos arrastrando como nación de naciones.

El 15 de septiembre de 2010 es una fecha muy especial, sin embargo el entusiasmo de los mexicanos en general y de los oaxaqueños en particular no es desbordante por la situación en la que nos encontramos como estado y como país.

A pesar de que las autoridades han extremado algunas medidas de seguridad y han tratado de darle suficiente confianza a la población, existe el fundado temor de que se repitan hechos como el acaecido en Michoacán en los que en una fecha similar a ésta se cometió un atentado contra la población que además de las personas lastimadas dejó flotando el temor de su repetición.

En el caso específico de Oaxaca, pesará más sobre el ánimo festivo de la población la cantidad de pendientes históricos e  insatisfacciones a los que no le hemos podido dar cauce como sociedad. Como ha difundido oportunamente Oaxacaentrelíneas.com hay varias poblaciones en las que no habrá celebración alguna ya sea por los daños que han dejado las lluvias o por los conflictos políticos que se están viviendo en esos lugares.

De los conflictos políticos que se están viviendo, seguramente el más grave es el de la región triqui, donde la mañana de este 15 de septiembre ocurrió un nuevo hecho de violencia: la ocupación violenta del palacio municipal de San Juan Copala hecha por paramilitares presuntamente pertenecientes al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) y a la Unidad de Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT), así como la amenaza de asesinar a habitantes de esa población afiliados al Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente (MULTI) si no abandonan la agencia en 24 horas.

Otro hecho que también revela, por lo menos, la insatisfacción que existe, es la marcha organizada por diversos pueblos “en resistencia” que pretendieron llegar al zócalo de la ciudad, entre los que se encuentran los habitantes de San José del Progreso Ocotlán, quienes vienen luchando contra los intereses de la minera Cuzcatlán asentados en las minas del lugar.

En el marco de la celebración de nuestra Independencia, estos hechos se pueden tomar como lo hicieron los grupos políticos dominantes hace un siglo y hace dos; es decir, se les puede interpretar como lo hicieron quienes mandaban en el estado y en el país a principios del siglo XIX y del XX: como acciones aisladas instigadas por alborotadores que deben ser localizados, rechazados y castigados.

Ciertamente el país y el estado de Oaxaca han cambiado y ahora no se fusila ni se decapita a los dirigentes ni a los instigadores como lo hicieron con abundancia los personeros del virreynato y del porfirismo; hoy se recurre a los crímenes políticos no investigados ni castigados o “se les aplica la ley”. Lo que no ha cambiado es el significado de fondo de este tipo de actos: son llamados de atención para cambiar lo que debe cambiarse antes de que la violencia se desborde y sean barridos por ella los regímenes existentes, situación lamentable porque no es necesario llegar a esos extremos para lograr lo que la sociedad quiere y necesita.

¿Tendrán las élites dirigentes de Oaxaca y de México la capacidad para permitir y hasta dirigir un cambio civilizado como lo está reclamando la sociedad de hoy? No lo sabemos porque eso dependerá de lo que hagan en el futuro inmediato. Abundaremos…