Yo no olvido el año viejo II

Por Roberto López Rosado*

El año que está por terminar es muy seguramente uno de los momentos más difíciles del Partido de la Revolución Democrática. Como señalaba en la entrega anterior, los y las perredistas estamos obligados a hacer un importante ejercicio de reflexión y autocrítica sobre nuestro partido.

El 5 de mayo pasado, el PRD cumplió su primer cuarto de siglo de vida. Ese día, Cuauhtémoc Cárdenas advertía: “de diferentes partes de la República soplan vientos de fractura” y llamaba “a todos” a evitar a que esto sucediera.

Efectivamente bien vale la pena preguntarnos ¿qué tanto hemos logrado a lo largo de estos 25 años de vida? ¿Qué tan cerca o que tan lejos estamos de nuestro propósito original? Estoy convencido que nos encontramos más lejos que cerca de lo que nos propusimos y nos comprometimos a construir, señalé en una entrega anterior, cuando el PRD significaba la gran esperanza de muchos sectores de la población.

Hay quienes para justificarse argumentan que toda la clase política, todos los partidos están inmersos en una crisis de credibilidad y enfrenta un enorme desprestigio. Sí, pero no es válido.

La enorme crisis que vive el PRD no es producto de algo que se hizo mal recientemente o los culpables son única y exclusivamente los “chuchos”. No, los responsables somos todos. Unos más, otros menos pero al final todos hemos sido partícipes, al menos “agarrándole la pata”.

Sin embargo, esto ha sido muy claro, los principales responsables son quienes hoy detentan la dirección del partido, es decir, Nueva Izquierda, expresión política que ha acercado más al PRD al gobierno que a la población. Este partido se parece mucho aquel del que era dueño Rafael Aguilar Talamantes, al Partido Socialista de los Trabajadores, instituto político que se le dio el registro para ser comparsa del gobierno. De éste salieron Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Graco Ramírez. Ellos y muchos otros hablan de que se tiene que ser una “izquierda moderna”, alejada de radicalismos. Un partido así solamente le sirve a un régimen entreguista y neoliberal. Pero ya lo decía, la descomposición viene de tiempo atrás. Muchos de quienes dirigen a nuestro partido, tienen cargos gubernamentales o son diputados o diputadas, no tienen ni la menor idea de lo que significa ser de izquierda; no conocen de los sacrificios, de las luchas de muchos y muchas para hacer de nuestro país un México más justo, libre y democrático. Son unos ignorantes de la historia de la izquierda, son unos iletrados de la historia del PRD, son unos arribistas, mercaderes de la política que han aprovechado al partido para su beneficio personal.

Esto, desafortunadamente pero al mismo tiempo felizmente, nos ha podido mostrar de manera fehaciente este 2014 que está en sus últimos suspiros. Debemos aprovechar lo que este año nos deja, enseñanzas que no debemos dejarlas en el baúl de los malos recuerdos.

El país, no sólo los perredistas, requiere de un partido donde circulen las ideas que sea receptivo a la crítica, una organización verdaderamente de izquierda y no un partido satélite, domado, dirigido desde el poder.

Me pregunto cuántos José Luis Abarca del PRD hay en todo el país, que se aprovechan de su cargo para enriquecerse económica y políticamente y que como él llegaron al poder gracias al padrinazgo de la dirigencia o de algún gobernador ajeno al PRD para tener un “opositor” a modo.

Una cosa es cierta, el PRD a 25 años de su fundación está más lejos, pero muy lejos de los propósitos que tenían quienes sumaron voluntades desde distintos sectores de la izquierda, y de aquella escisión del PRI, de aquella Corriente Democrática y de millones y millones de mexicanos que vieron en el PRD, la oportunidad, la esperanza del cambio.

El año que está por comenzar se observa bien complicado. Un gran porcentaje de aquellos millones y millones de mexicanos y mexicanas, han dejado de creer en nosotros. El costo de la factura será muy alto, pero tenemos que enfrentar esta situación. Tenemos que volver asumir los compromisos de hace 25 años, debemos seguir empujando en el mismo sentido y obligando a que se vayan los que se tengan que ir; los que no son de izquierda; los que dejaron de serlo; los serviles del poder político y económico; los oportunistas; los que ven en el partido una mejor forma de vivir de su familia y no de la población, que de izquierda, a veces, sólo tienen el discurso.

Sí, yo no olvido el año viejo, como dice la letra de la canción de Tony Camargo, porque a pesar de lo difícil que ha sido, nos ha dado la oportunidad de hacer una alto en el camino, de reflexionar y revisar en dónde estamos y hacia dónde vamos. Este 2014 nos ha dado esta oportunidad, tal vez antes de que sea demasiado tarde.

Diputado federal del PRD por Oaxaca

josé

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