Dilma, primera presidenta de Brasil: ‘Sabré honrar el legado de Lula’

BRASILIA.- Brasil entregará por fin las llaves del poder a una mujer: Dilma Rousseff, de 62 años, hija de un comunista búlgaro exiliado, guerrillera durante la dictadura militar y ex jefa de gabinete de Luiz Inácio Lula da Silva. La candidata del Partido de los Trabajadores (PT) consiguió este domingo el 56% de los votos y asumirá la Presidencia del gigante sudamericano el próximo 1 de enero de 2011.

Tal y como preveían los últimos sondeos, la ex ministra se distanció hasta 12 puntos de su adversario, José Serra (44%), quien a los 68 años parece más cerca que nunca de la retirada después de haber sido casi todo en política.

El éxito de Dilma es ligeramente más ajustado que los triunfos conseguidos por Lula tanto en 2002 como en 2006, pero no por ello puede considerarse menos relevante. Un año atrás, eran pocos los brasileños que podían acertar a colocar el nombre de la entonces ministra bajo su fotografía; hace 10 meses, su rival aún le llevaba una gigantesca ventaja; y hasta el último suspiro de la prórroga, dijeran lo que dijeran los sondeos, el bando oficialista al completo se abstuvo de cantar victoria por miedo al ridículo.

Cuando pudo por fin alzar los brazos, Dilma hizo un largo discurso con guiños a las mujeres, a los creyentes, a los pobres e incluso a la prensa. Y dejó para el final el reconocimiento a su mentor: “Sabré honrar el legado de Lula. Sabré avanzar y consolidar su obra”, proclamó pasadas las 22.00 horas en un hotel de Brasilia.

El escrutinio confirmó también el desencanto de los brasileños tras una campaña agria. En un país donde el voto es obligatorio, más de 29 millones de personas -el 21% del electorado- le dieron espalda a las urnas y prefirieron quedarse en casa o viajar aprovechando el puente de los Difuntos.

‘Gobernar para todos’
Dilma será la ocupante número 40 del sillón presidencial brasileño y además llegará a ese asiento privilegiado después de haber conseguido su objetivo al primer intento, a diferencia de Lula, que necesitó de cuatro asaltos para llegar por fin al Palacio de Planalto.

Horas antes de confirmarse el aplastamiento de la oposición por la máquina electoral del PT, la ex jefa de gabinete ya se dirigía a los periodistas con tono de presidenta electa. Sonriente y vestida con el color rojo de su partido, la todavía aspirante acudió a votar a una escuela pública de Porto Alegre, la ciudad sureña donde dio sus primeros pasos en política. “Mañana [lunes] comienza una nueva fase de la democracia y se exige que las personas que asuman la dirección del país tengan un sentido republicano y democrático de gobernar para todos”, aseguró.

“Voy a gobernar para todos”, insistió, “voy a conversar con todos los brasileños sin excepción”. Parecía un llamamiento a cerrar las heridas abiertas durante la recta final de la campaña, unas semanas ásperas en las que los candidatos intercambiaron acusaciones de corrupción, se llamaron mentirosos a la cara y hasta llegaron a involucrarse en una polémica de patio de colegio con la excusa del rollo de cinta adhesiva y los globos de agua que algunos militantes lanzaron contra uno y otro en sendos mítines callejeros.

Serra, por la ‘alternancia’
Serra votó dos horas más tarde. Lo hizo en la zona oeste de São Paulo y aprovechó para defender “la belleza de la alternancia del poder”. El ex gobernador del estado más poblado y más rico se mostró esperanzado pese a los pronósticos: “Vamos a esperar la decisión. El elemento fundamental es la confianza que he sentido en las calles, en el abrazo de las personas”.

Estas elecciones suponen el principio del fin de la ‘era Lula’. Aunque haya ganado un tercer mandato simbólico en la piel de su ex ministra, el gobernante más popular de la historia reciente de Brasil comienza ahora una larga despedida que se prolongará durante dos meses, hasta que el próximo Año Nuevo entregue definitivamente el testigo a su heredera.

El jefe de Estado saliente se refirió a su futuro después de confirmar su preferencia -se da por hecho: Dilma- en una urna electrónica de São Bernardo do Campo, en São Paulo. “No existe ninguna posibilidad de que un ex presidente forme parte del Gobierno. Ella tiene que hacer un Gobierno con su propio rostro”, advirtió hacia las nueve y media de la mañana.

La agenda de Dilma
Con prudencia, pero consciente de su evidente favoritismo, la aspirante del Partido de los Trabajadores (PT) había diseñado en los últimos días la agenda que deberá cumplir a partir de ahora. Dilma celebrará en la Explanada de los Ministerios de Brasilia la fiesta que se aguó hace un mes. Tras un par de días en la capital, huirá al sur en busca de descanso antes de emprender el 9 de noviembre su viaje de presentación internacional junto a Lula.

Según publicó este sábado el diario ‘O Globo’, el jefe de Estado saliente pretende llevarla consigo a la cumbre del G-20 en Seúl -escala en Maputo incluida, un guiño al continente africano- para que vaya familiarizándose con los entresijos de la diplomacia antes de asumir el poder el día de Año Nuevo.

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