Dos de los mayores embalses de Estados Unidos, que proporcionan agua y electricidad a millones de personas, corren el riesgo de convertirse en pequeños charcos. Este es uno de los resultados de la crisis climática y del consumo excesivo de agua, según los expertos.
Los lagos Mead, en los estados estadounidenses de Nevada y Arizona, y Powell, en los de Utah y Arizona, se encuentran actualmente en sus niveles más bajos. Si siguen así, se convertirán en meros charcos, lo que significaría que el nivel de agua en las presas sería tan bajo que ya no podrían fluir río abajo y alimentar las centrales hidroeléctricas.
El embalse del lago Mead, que es la mayor masa de agua artificial de Estados Unidos, se creó en la década de 1930 con la construcción de la presa Hoover, una obra maestra de la ingeniería. El lago Powell, el segundo más grande, se creó en la década de 1960, con la construcción de la presa de Glen Canyon.
“Las condiciones del oeste americano, que estamos viendo en torno a la cuenca del río Colorado, han sido tan secas durante más de 20 años que ya no se habla de sequía”, dijo Lis Mullin Bernhardt, experta en ecosistemas del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “Nos referimos a esta situación como “aridificación”, una nueva normalidad muy seca”.
El lago Mead y el lago Powell no sólo proporcionan agua y electricidad a decenas de millones de personas en Nevada, Arizona, California, Wyoming, Colorado, Nuevo México y México, sino que también proporcionan agua de riego para la agricultura. Los expertos advierten que, a medida que se agrave la crisis, habrá que introducir recortes de agua, pero esto podría no ser suficiente.