Aunque el comercio transatlántico de esclavos terminó hace más de dos siglos, “las ideas de supremacía blanca que la sustentaban siguen vivas. Debemos poner fin al legado de esta mentira racista”, declaró el titular de la ONU este jueves, en conmemoración del Día Internacional del Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Transatlántica de Esclavos.
Durante una reunión conmemorativa de la Asamblea General que honró la memoria de los millones de afrodescendientes que sufrieron ese flagelo, el Secretario General de la ONU recordó la capacidad de resistencia de quienes soportaron el “brutal yugo” de la esclavitud y reconoció que la trata creó y mantuvo “un sistema global de explotación que existió durante más de 400 años”.
António Guterres subrayó la necesidad de afrontar las “consecuencias perniciosas y persistentes” de la esclavitud y pidió un nuevo compromiso para alcanzar “un mundo en el que todas las personas puedan vivir en paz con dignidad y oportunidades”.
El Secretario General también reconoció las “enormes aportaciones” que las personas esclavizadas proporcionaron a la cultura, la educación y la economía.
“Honramos la memoria de las víctimas de la trata transatlántica de esclavos educando sobre su historia y reconociendo su impacto en nuestro mundo actual”, dijo, e instó a todos a “encarar con determinación el racismo, la injusticia y la desigualdad, construyendo comunidades y economías inclusivas”.
Un trauma que persiste tras generaciones
Por su parte, el presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkır, recordó que las personas esclavizadas quedaron reducidos a mera mercancía y que se les despojó de su libertad, dignidad e identidad. “La violencia sustituyó a la autonomía”, resumió.
“Ese trauma es hereditario. Los descendientes de los 15 millones de víctimas de la trata transatlántica de esclavos no sólo tienen que lidiar con el dolor y la pena de sus antepasados, sino que cada día navegan por un mundo construido por ellos, pero no para ellos”, dijo.
La esclavitud no es solo una lacra del pasado
Se calcula que en 2016 más de 40,3 millones de personas sufrían alguna forma moderna de esclavitud y que el 71% de ellas son mujeres y niñas.
“Sorprendentemente, los niños representan uno de cada cuatro de las personas esclavizados hoy en día”, afirmó Bozkır.
La pérdida generalizada de puestos de trabajo, el aumento de la pobreza, el cierre de las vías de migración regular y la reducción del control de las normas laborales que aumentan la vulnerabilidad, provocados por el COVID-19, no sólo amenazan con retroceder en el objetivo de acabar con la esclavitud moderna, sino que también empujan a más personas hacia trabajos en los que simplemente se les explota.
“Cuando la sociedad no se enfrenta al trato inhumano de nuestros semejantes, todos los individuos somos cómplices”, subrayó, recordando que la Carta de la ONU nos obliga a defender los derechos de las personas a las que nos hemos comprometido a servir.
No debemos darle la espalda a la injusticia
“Debemos permanecer atentos”, subrayó el presidente de la Asamblea, al afirmar que cuando los que nos rodean miran hacia otro lado y le dan la espalda a la injusticia, “cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de intervenir”.
Bozkir destacó que no podemos “quedarnos de brazos cruzados mientras las personas a las que servimos sufren” y que no debemos rehuir los debates honestos sobre la justicia reparadora, al tiempo que instó a todos a seguir trabajando para lograr la igualdad y la justicia para todos.
“Repito lo que expresé la semana pasada y sigamos repitiéndolo hasta que sea entendido e interiorizado por todos: las vidas negras importan”, concluyó el presidente de la Asamblea General.