Exige el Ejército egipcio a ciudadanos y sindicatos poner fin a manifestaciones

Persiste la incertidumbre sobre el grado de influencia de los militares.
Persiste la incertidumbre sobre el grado de influencia de los militares
El nuevo ‘señor’ de Egipto, el Ejército, exigió a ciudadanos y sindicatos egipcios que pongan fin a las manifestaciones y huelgas en el país.

El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas ha pedido a “ciudadanos y sindicatos profesionales y obreros que asuman su rol”. “Esperamos que todo el mundo favorezca el clima favorable a la gestión de los asuntos del país en este periodo tan delicado”, ha añadido.

El Ejército se empieza a cansar de que los manifestantes no abandonen la plaza Tahrir. De nuevo ha pedido que se disuelva la gente y que de no ser así habrá detenciones.

Todavía quedan decenas de manifestantes de la oposición en ese punto del centro de El Cairo, epicentro de las protestas públicas que condujeron el pasado viernes a la renuncia del presidente Hosni Mubarak, quien se mantuvo en el poder por casi 30 años.

Según la televisión, representantes del Ejército se han presentado en la plaza Tahrir para pedir que el lugar sea desalojado, dándoles un plazo a los manifestantes, so pena de ser arrestados quienes queden allí.

Aunque los dirigentes de la oposición se han mostrado satisfechos por las decisiones adoptadas en las últimas horas por la junta militar que heredó el poder de Mubarak, aún existen demandas que para los manifestantes de la plaza Tahrir no han sido satisfechas.

El futuro, en manos del Ejército

Y es que los militares egipcios lo tienen claro. Lo primero es calmar los ánimos de los que se levantaron contra Hosni Mubarak para poco a poco ir dibujando el boceto de la transición qué tanto ansía el país. Sin embargo, y pese a sus buenas intenciones son muchas las dudas que les sobrevuelan.

Cualquier señal de que el Ejército está incumpliendo sus promesas de democracia podría desatar una nueva oleada de protestas que muchos se preguntan si Egipto podría soportar de nuevo.

Un buen síntoma es que los activistas prodemocracia aplaudieron este domingo con fuerza el anuncio de las Fuerzas Armadas de disolver el Parlamento, anular la Constitución y proponer un referéndum.

Sin embargo, persiste la incertidumbre sobre el grado de influencia que los militares tratarán de ejercer en la reestructuración de un nuevo Gobierno, después de haber apoyado durante décadas un gobierno corrupto y opresivo.

Tampoco está claro el grado de libertad que el Ejército permitirá durante el periodo de transición que podría extenderse mínimo seis meses.

“Las dos grandes preguntas ahora son ¿quién va a estar en la comisión constitucional para redactar la nueva Constitución, y qué garantías hay de que el camino a seguir es el correcto?”, afirma Rosemary Hollis, profesora de Estudios de Oriente Medio en la Universidad de Londres.

Pese a todo, la declaración de este domingo por parte de las Fuerzas Armadas egipcias ha supuesto un gran alivio para los defensores de un sistema democrático que temieron que tras la marcha de Mubarak el Ejército obstaculizara el cambio.

“Su declaración ha satisfecho a la calle. debemos tener un diálogo con el Consejo Militar para poner en marcha el periodo de transición”, asegura Ayman Nour, uno de los líderes de la revuelta contra Mubarak.

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