JUICIOS SUMARIOS

Condena mundial

Porfirio Santibáñez Orozco
Ejército Mexicano
Descalifica las críticas y sostiene que quienes se oponen a su decisión tienen algo que ver con el narcotráfico

SI los 28 mil cadáveres y los 50 mil 400 huérfanos que ha dejado hasta ahora la supuesta guerra de Felipe Calderón contra el crimen organizado no han sido suficientes para obligarlo a revisar seriamente sus acciones y cambiarlas, carece de sentido esperar que el asesinato vil de 72 indocumentados en Tamaulipas lo haga mudar de opinión, aferrado como está a la idea de que su estrategia es la correcta.

Recordemos que esta espiral de violencia nació con su sexenio por razones políticas plenamente identificadas. La evidente falta de legitimidad de su gobierno llevó a sus estrategas, como en los viejos tiempos de Salinas, a dar un golpe de audacia que se proponía obtener la aceptación social que no conquistó en las urnas.

Repetir el número del “quinazo” era viable pero insuficiente para obtener la gracia buscada por ese medio, así que optó por una medida más radical: la de sacar al ejército a las calles para acabar, según él, con las bandas criminales del país. Todos los días vemos los tumbos que va dando esa política y a la larga llegamos a la conclusión de que esta medida tampoco ha resuelto ni resolverá el problema.

Dados sus magros resultados, cada determinado tiempo el “gobierno” de Calderón se ve obligado a recordarnos que su administración está haciendo lo que  gobiernos anteriores, incluido el de su correligionario Fox, no se atrevieron a  emprender, nos dice que va ganando la guerra pero no nos da las pruebas que necesitamos para creerle, nos recuerda que desde el principio dijo que no sería fácil ni rápido pero no nos aclara cuanto falta para terminar la tarea emprendida.

Descalifica las críticas y sostiene que quienes se oponen a su decisión tienen algo que ver con el narcotráfico. Inflexible, Calderón se niega a reconocer que está equivocado como lo señalan expertos convencidos de que esta desastrosa política solo terminará cuando se acabe su sexenio y calculan que podría finalizar, en el 2012, con un saldo total de 70 mil muertos.

¿Quiere decir lo anterior que no podemos hacer nada? De ninguna manera; debemos reconocer, cierto, que tenemos pocas opciones para enfrentar esta situación pero nos debe alentar el saber que a pesar de ser muy limitadas, estas opciones existen. En vista de que cada vez está más claro que el gobierno federal no va a ceder, podemos tener el cuidado de evitar estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada. Eso y nada es casi lo mismo pero hay un recurso del que empiezan a hablar hasta los empresarios que apoyaron a Calderón: esperar el momento oportuno para ajustar cuentas, como lo hizo la sociedad en Oaxaca.

El empresario Alejandro Martí acaba de agregar a su conocida frase “si no pueden, renuncien” algo que  podría convertirse en una directriz no buscada: “si no pueden y no renuncian no volvamos a votar por ellos”. ¿Será posible? Abundaremos…

Miguel Ángel

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