JUICIOS SUMARIOS

Una tras otra

Porfirio Santibáñez Orozco
Daños por las lluvias
Karl trajo lodo en cantidades nunca vistas a la ciudad de Oaxaca, capital del estado

TAL PARECE que no tenemos escapatoria y cuando apenas está de salida una “contingencia” ya está otra en la puerta para invadirnos. Lo más trágico de todo es que a pesar de que se trata de tropiezos leves como la interrupción de la circulación vehicular o la invasión de lodo que se convierte en polvo, cuando se presenta uno solo de ellos los ciudadanos no tienen a quien acudir y mientras los afectados lamentan lo que pasa, las omisas autoridades dejan que la naturaleza tome su curso o esperan a que el tiempo pase y resuelva por sí solo los problemas.

Seguramente muchos ciudadanos no han olvidado la fotografía de un presidente municipal interino de Oaxaca de Juárez publicada por un diario local tomando el sol en una de las playas del estado mientras la ciudad que supuestamente gobernaba estaba hecha un desastre por las toneladas de basura que se acumularon durante varios días y se incrementaba el caos vehicular por lo bloqueos de siempre.

Este abandono le costó el cargo a ese funcionario al que transliterando su apellido le decían “El Underburr” pero no resolvió los problemas causados, en parte, por su negligencia; ¿se imagina el lector qué sucedería si estuviéramos en uno de los estados del norte de nuestra pobre República, asolados por los problemas de seguridad que están desbordando a las “autoridades establecidas” o si los problemas de nuestro entorno se nos presentaran no uno por uno sino en torrente?

Anoche, con la torrencial lluvia que nos trajo el degradado huracán Karl llegó el lodo en cantidades nunca vistas a la ciudad de Oaxaca, capital del estado, y como en las horas siguientes a la lluvia ninguna autoridad implementó un operativo de limpieza, el intenso tráfico vehicular hará que en los próximos días nos invadan otro tipo de nubes; tendremos que respirar parcialmente polvos de aquellos lodos ya que el agua nos trajo cerros y cerros de tierra y lodo.

Y las autoridades, tanto estatales como municipales, actuando como hasta la fecha; por momentos como si no pasara nada y por momentos como si solo se tratara de hacer como que hacen. Es entendible y llama a la solidaridad el gesto del encargado del despacho municipal, Pablo Calderón, a quien le dejaron una administración destrozada por la ineficiencia, sin recursos y para variar muy difícil de manejar. Seguramente Calderón y sus colaboradores no podrán hacer mucho por la capital debido al estado que guarda la administración que le heredaron.

Quien tampoco podrá hacer mucho es el ya virtual ex gobernador Ulises Ruiz quien la noche de ayer salió a solidarizarse, de palabra, con los damnificdos de la colonia La Cascada, donde una persona murió y dos se encuentran desaparecidas.

Si bien ni Calderón ni Ruiz Ortiz podrán hacer mucho porque casi están con un pie fuera del cargo y no tienen recursos, los demás, los que seguirán habitando la ciudad de Oaxaca tienen la oportunidad y sobre todo la responsabilidad de ver hacia el futuro y hacer el esfuerzo de remediar lo que pueda remediarse.

Ojalá las consecuencias de esta lluvia sirvan como lección anticipatoria y, en el mejor de los casos, sean vistas por las próximas autoridades municipales ya electas, tanto las de la capital como las de los municipios conurbados, en su carácter de advertencias y prevenciones porque eso les permitirá ubicar algunas de las fallas a remediar.

El asunto de las obras inconclusas y de mala calidad no es nuevo para los oaxaqueños, lo que se está volviendo una novedad es que ahora se empieza a señalar con nombres y apellidos a algunos responsables y por eso no falta mucho para que los afectados empiecen a exigir reparaciones a los responsables de que algunos tramos carreteros, calles y otras vías de comunicación se conviertan en lagunas porque a los genios que las diseñaron se les olvidó que a veces llueve y en otras llueve más y no pensaron en cómo dar salida a esas aguas que se estancan.

Desastres afortunadamente menores como el que dejó el aguacero de ayer y los de otros días anteriores pudieron haberse evitado tomando con toda responsabilidad las precauciones indispensables a la hora de construir o reconstruir tramos carreteros, fraccionamientos y otras obras de carácter colectivo.

No faltará quien diga que no se puede adivinar el futuro o que ya no se puede hacer nada porque las obras ya fueron entregadas hace mucho tiempo, lo cual constituye un juicio parcial y equivocado pues una obra como cualquier mercancía al ser entregada debe quedar garantizada al menos por un tiempo razonable.

Si las autoridades no están dispuestas a perseguir a los “genios” que diseñaron y construyeron esas obras que dejan mucho que desear, ni llevar a juicio legal a los dueños de las sospechosas empresas constructoras que se coludieron con quienes los contrataron, sí pueden hacer y mucho con solo tomar en cuenta el sentido común a la hora de construir, reparar lo que tenga que repararse buscando la manera de que lo hagan los constructores de la obra y si no se puede, por lo menos respetar de aquí en adelante la ley y ya no otorgar obras a ineficientes, corruptos ni familiares a los que se les tolera todo, solo porque son “de casa”. Abundaremos…

Miguel Ángel

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