Miguel Ángel Schultz

Para justificar el fracaso de las políticas públicas, quienes han tenido en sus manos la conducción del Gobierno de Oaxaca, nos meten hasta el tuétano que somos un pueblo de holgazanes, grilleros y cangrejos que se jalan los unos a los otros para impedir que cualquiera salga del canasto. Gracias a esa lavada de cerebro que nos dan, hemos permitido que saqueen la riqueza cultural de la entidad, la tangible, intangible y nuestros recursos naturales.

Si fuéramos un pueblo de flojos, no seríamos capaces de generar fiestas como la del Lunes del Cerro, que parió a la Guelaguetza, hoy transformada en el invento genial que atrae a los turistas nacionales y extranjeros, como abeja a la miel. Además este espectáculo, construye en gran medida la identidad pluricultural del pueblo de Oaxaca.

Es el gusto de las y los oaxaqueños por la algarabía comunal, por la belleza escénica que se admira desde los altos del Cerro del Fortín, que nos llevó a inventar la Fiesta del Lunes del Cerro, al treparnos a esa loma, que se vuelve insignificante cuando se observa desde lo que llamamos ahora Cordillera Norte.

El alma lúdica de las y los oaxaqueños nos ha llevado a paralizar prácticamente la ciudad y los municipios conurbados, los comercios bajan su actividad, hasta los bancos se encuentran semivacíos y las calles de la ciudad medio desiertas.

El ocio creador se apodera de las y los oaxaqueños, por lo que la presentación de las danzas y bailes regionales, es decir de los pueblos originarios de Oaxaca, se reproducen ya en prácticamente todos los municipios conurbados a la capital del estado.

Hay que decirlo, los que participan en los bailables no cobran ni un centavo, como si lo hacen todos los funcionarios de gobierno, empezando por el mandatario en turno, que como reyezuelo se exhibe ante sus invitados, muestra la pleitesía que le rinden sus lacayos, de ahí el trato despótico que hoy en la Guelaguetza recibió el pueblo de Oaxaca, al arrebatarle el Palco C, con la venta de los lugares, en un afán mercantil del gobierno que encabeza Alejandro Murat Hinojosa.

Cientos o miles de personas, se quedaron sin poder entrar a participar de su fiesta, algunos los más identificados con esta fiesta, por no perderla, se quedaron a dormir en las puertas del auditorio Guelaguetza. Al reducirse los espacios gratuitos, muchos de los espectadores, permanecieron estoicos, a la segunda función de la Guelaguetza, pero algunos ni así entraron.

El Lunes del Cerro y su Guelaguetza se convirtieron en la fiesta del señor gobernador, que fue atendido en el palco de honor, por meseros que le llevaban viandas para que no se malpasara y pudiera disfrutar a sus anchas lo que el lenguaje oficial la ha llamado, tontamente, la fiesta indígena, mestiza y folclórica más grande de Latinoamérica.

Esta fiesta es en primer lugar del municipio de Oaxaca de Juárez y del pueblo de Oaxaca, por lo que está debe ser la última Guelaguetza, de jugoso negocio. Fue el neoliberalismo que se impuso en México con el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) que nos obligó a tener que pagar por todo, hasta por producir nuestra propia cultura. ¿Sino que nos expliquen por qué la venta de boletos para entrar al Auditorio Guelaguetza?. ¿Qué presupuesto destinan a la Guelaguetza y cuánto recaudan por la venta de boletos?.

La opinión pública también necesita saber, ¿cuánto gasto el gobierno de Murat Hinojosa para traer a los invitados especiales, pagándoles desde avión, hospedaje, alimentación, vehículos a su disposición, regalos y guías?. También el pueblo de Oaxaca necesita saber quiénes fueron los invitados especiales.

Hay que tener presente que el neoliberalismo fue sepultado en los comicios federales del pasado domingo 1 julio en Oaxaca y en México, por lo que esta debe ser la última Fiesta del Lunes del Cerro y la Guelaguetza, que es organizada con este sentido mercantil de piratas de la cultura del pueblo y recuperar nuestra Guelaguetza y nuestras fiestas populares. Señores y señoras se acabó el festín.

@MiguelAschulz