Por Libre Pensador
Los ciudadanos mexicanos votamos pero los que deciden la elección están al norte de nuestra frontera, en la calle de Pennsylvania Avenue número 1600 de la ciudad de Washington. Por eso no se entiende tanta preocupación porque el Instituto Federal les falten tres consejeros, de esos que cobran millonarios sueldos a costa del erario de la Nación, si el tal IFE es solamente el instrumento más absurdo e inútil de todas las instituciones nacionales.
Porque si nos atenemos a lo que Raymundo Riva Palacio escribió hace pocos días de que la señora Hilary Clinton ha dicho que sólo sobre su cadáver el PRI volverá a Los Pinos (“Over my dead body“), el caso Hank Rhon va mucho más allá de la abusiva utilización del Ejército Mexicano en tareas que violan la Constitución e incumben al poder civil. Alcanza indubitablemente la elección presidencial del 2012 donde ya estaría decidida en las oficinas del Departamento de Estado norteamericano. El IFE sólo se encargará de legitimarla.
Lo duro para el PRI viene ahora y en los próximos cuatro meses que decida formalmente a su candidato. Por encima del fallido caso Hank Rhon lo que debe tomarse en cuenta es que si la inescrutable y rara llamada “ciudadana” fue hecha desde la DEA, el FBI o del Departamento de Estado el precandidato Enrique Peña Nieto tiene un camino cuesta arriba como la piedra de Sísifo, porque es imposible una disociación del Grupo Atlacomulco con Tijuana, es de antinatura política aunque se insista en ponerle distancia en el PRI. La advertencia no vino desde Los Pinos; ahí se pudo haber cocinado, pero la receta llegó al norte del Río Bravo.
Dependerá del PRI de Humberto Moreira y de los grupos de poder que lo acompañan, como el de la maestra Elba Esther Gordillo, de su capacidad política y social de respuesta, porque si la tiene, sí va dejar que Washington imponga al país su voluntad en el 2012. Ese es el enorme desafío que tiene el PRI en el futuro inmediato.
La trágico-cómica historia de la procuradora Marisela Morales, nos traslada a esa extraña llamada “ciudadana” que de hecho fue la que ordenó el allanamiento del rico empresario priista en su inmensa residencia en Tijuana. No es solamente una absurda historia de feos, sucios y tontos, su origen está en esa llamada “ciudadana”, tan defendida por el doctor Alejandro Poiré, vocero de seguridad nacional, con una Licenciatura del tecnocrático ITAM en Ciencia Política, y con Maestría y Doctorado en Ciencia Política en la Universidad de Harvard, toda una eminencia en temas de la política.
Lector del rebasado en muchos sentidos Max Weber y del novelista Mario Vargas Llosa autor de La Ciudad y Los Perros, Conversaciones en la Catedral, Pantaleón y las Visitadoras…
Antes de vocero del Consejo de Seguridad Nacional, Poiré fue director ejecutivo de Prerrogativas y Partidos Políticos y secretario técnico de la Comisión de Fiscalización del IFE, y jefe del Departamento de Ciencia Política del ITAM. Su experiencia en el sector público y académica, hablaría de un hombre apegado a la legalidad. O sea…
La torpe incursión de Tijuana que expuso a las Fuerzas Armadas al ridículo público, del que ahora se desentienden la Procuradora Marisela Morales y la subprocuradora Patricia Bugarín, ambas funcionarias en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, y del que se ha hecho ojo de hormiga, Alejandro Poiré, denotan la punta de un hilo más grueso que delgado que nos lleva a la Casa Blanca.
No pueden aclarar de dónde salió la orden para la operación en Caliente, tampoco porqué no presentaron a Jorge Hank Rhon y a sus presuntos cómplices con las 88 armas y los miles de cartuchos como se estila en la estrategia de comunicación de las secretarías de Seguridad Pública, Defensa y Marina, para lucimiento de los captores, imponiéndoles hasta apodos a los detenidos, el “el chueco”, “el avispa”, “el oso”…
Otra pregunta que también ronda en los círculos mediáticos es porqué se regreso a Tijuana a tan “impresentable” e “indefendible” tipo, y porqué no se le envió a una cárcel de alta seguridad, como en otros casos de “peligrosísimos” individuos que son una amenaza para la sociedad. O sea que el caso fue un fiasco para el gobierno federal, pero eso no le quita que como hecho político esté amarrado con el favorito del PRI, Enrique Peña Nieto para tumbarlo de su pedestal.
Por eso se entiende que el joven Ernesto Cordero tenga como objetivo a Peña Nieto y el presidente del PAN, Gustavo Madero, diga que el PRI siente pasos en la azotea. Porque todo está vinculado en la misma dirección que apunta hacia la Casa Blanca.
Porque dentro de lo escandaloso caso Hank Rhon por lo perversamente tonto, lo que hay que tomar en serio es sí el dicho que se le adjudica a la señora Clinton es la misma posición que tiene el señor Obama hacia las elecciones presidenciales mexicanas del 2012 o que la secretaría de Estado habla por su cuenta, lo que es muy remoto. Recordemos que la política de Washington es dar con el palo y después una sobadita. Así nos traen desde el siglo XIX.
Otro que se hace el vivo
Mientras tanto, el señor Marcelo Ebrard usa la operación de la Conago I para coordinar todos los aparatos de seguridad de los estados y del DF y colocarla como plataforma de lanzamiento para ganarle espacio a Manuel López Obrador, así sea a costa de cometer infamias y barbaridades, como la detención de jóvenes en las colonias populares so pretexto de que tienen la pinta de “narcomenudistas” para luego extorsionarlos con la amenaza de ser consignados ante un juez, como lo ha denunciado Miguel Ángel Granados Chapa.
O sea, Ebrard puso a sus policías a extorsionar mientras sigue impune el caso del la discoteca News Divine en la Gustavo A. Madero, donde murieron aplastados ocho jovencitos hace tres años por la ineficacia de la policía capitalina.
Ebrard se sentirá honrado con llevar a la cárcel a presuntos delincuentes, al ufanarse de sus más de tres mil detenciones en una semana, bueno ni con Porfirio Díaz.
O sea nuestros políticos con afanes de gloria llevan al país de estupidez en estupidez, mientras en Washington sus funcionarios se mueren de risa de ver a los políticos mexicanos disputándose la sucesión presidencial, unos que se le ponen de hinojos y otros que se plazean en Washington durante una de las inútiles reuniones interparlamentarias, como el senador Manlio Fabio Beltrones, que no le quita el dedo del renglón a ser el candidato emergente ante el veto que se le construye a Peña Nieto.
No resulta extraño que Washington pretenda decidir el futuro de la Presidencia en México. Desde que nació el México independiente no nos han dejado ser. Los embajadores estadunidenses en el país son verdaderos procónsules romanos. Actúan e intervienen en los asuntos mexicanos. Eso no es un secreto ni descubrimos el agua tibia ni el hilo negro.
Earl Anthony Wayne, entrenado para casos de la araña como el de Afganistán-toda comparación con México es puramente circunstancial- viene al país, donde el gobierno de Calderón le da el beneplácito antes de de su nombramiento formal por parte de Obama. Aparte de supervisar que nuestro gobierno siga las líneas marcadas contra la guerra al narcotráfico, Wayne llega previsiblemente a eso, a dirigir la sucesión presidencial mexicana. ¿O somos muy paranoicos o nos chupamos mucho el dedo?
En el México contemporáneo, después de los cincuentas, sólo dos sucesiones se le han escapado a los gringos: el de Echeverría y el de López Portillo. Si fueron malos, menos malos o pésimos presidentes, si se afianzaron con la corrupción o derrocharon los recursos petroleros, esa es otra historia; las dos devaluaciones producto de la criminal descapitalización del país, mostraron en carne viva qué tan débil es México para tomar decisiones soberanas.
Santa Fe marcó línea desde 1988
Desde las audiencias de Santa Fe, en 1988, un grupo de las corrientes ultraconservadoras que influyen en la política exterior en América Latina, sugirió apoyar a esa oposición “largamente sufrida” y “legítima” llamada Acción Nacional. En ese entonces, los santafesinos decidieron que “era de la máxima importancia cualquier apoyo que Estados Unidos pueda procurar para mejorar el corrupto y sobornador sistema judicial de México. Sin estas mejoras- advirtieron- la guerra contra los narcóticos continuará siendo una broma siniestra”.
O sea, la señora Clinton algo debe tener en su cabecita para decir que sobre su cadáver pasarán antes de que el PRI retorne a la Presidencia de la República, sobre todo porque sigue puntualmente las líneas marcadas hace más de 20 años de acabar con el partido fundado en 1929, hecha por los ultraconservadores consejeros de Washington, quienes le sirven lo mismo a los republicanos que a los demócratas, claro con algunos matices, pero en general es una estrategia común.
En 1988, precisamente un mes después de las competidas elecciones de ese año, entre Carlos Salinas, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel J. Clouthier, en Santa Fe se diseñaron las grandes líneas de lo que sería el Tratado de Libre Comercio puesto en vigor en 1994. Particularmente en esas propuestas de Santa Fe, tras acusarse al PRI de un desempleo o subempleo masivos y propiciar “un mayor número de migrantes” con el mismo discurso con el cual se señala ahora al PRI desde Los Pinos , ya se determinaba la venta masiva de las empresas “paraestatales”, desde luego figuraba en primer término Pemex.
Igualmente ese grupo de pensadores ultraconservadores estadunidenses sugería a Washington “estimular” a los funcionarios priistas que reconocían ese “problema” de las empresas paraestatales identificados con ellos, como Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, hechos a la medida del pensamiento norteamericano en Harvard y Yale.
Las consecuencias del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos las vivimos ahora: el país no resolvió sus problemas de empleo y desempleo con la liquidación o privatización de las paraestatales, se acrecentaron ambos; la migración hacia Estados Unidos no se ha frenado, y el narcotráfico asumió características de un gravísimo problema de seguridad nacional para el Estado mexicano, que ni con el uso de sus Fuerzas Armadas, arrastradas al desprestigio, ha logrado contenerlo. Nuestras antes gloriosas fuerzas armadas viven apagando fuegos en un lado mientras en otras partes del país se reviven, en una guerra infinita que ha llevado a México a una gradual desestabilización política, social y poco falta para un desbordamiento económico.
El Tratado de Libre Comercio se cumplió parcialmente en su capítulo económico donde el principal objetivo era la privatización de Pemex, mientras que en su parte política el llamado TLC se aplicó a cabalidad y gusto de Washington.
En 1989, llegó el PAN a la primera gubernatura en Baja California; se reformaron los artículos tercero, 24, 27, 130 y 82 para dar paso al reconocimiento de la educación confesional y privada; se otorgó personalidad jurídica a las iglesias y el derecho de voto a los ministros; se privatizó el ejido, dizque se terminó con la prensa oficialista y los medios de comunicación viven una vida de transparencia y modelo de virtudes; se permitió que los hijos de extranjeros fueran votados para la Presidencia de la República y se otorgó una elección a modo, la mayor concesión en aras de la supuesta democracia que vivimos: se llevó a cabo la alternancia en el poder presidencial, que era una de las grandes demandas y reclamos de Washington y los santafesinos.
O sea por eso llegó Vicente Fox a la Presidencia de la República en el 2000, no por la varita mágica de los votos, como creen algunos trasnochados defensores del sufragio, supuestamente libre y sin presiones de ningún tipo, cuando sabemos el papel que ejercen los poderes fácticos en el país cuando se trata de que se cumpla con sus dictados “democráticos” a través de las iglesias, las empresas, los medios de comunicación y ahora con un actor que lo han puesto a la vista del público: nuestras antes veneradas Fuerzas Armadas.
Fox llegó porque Ernesto Zedillo le cedió dócilmente el poder presidencial tal y como estaba calculado por el TLC en su capítulo político. Porque cómo fue posible que Zedillo ganara en agosto de 1994 con más de 17 millones de votos y Francisco Labastida, el candidato del PRI en el 2000, sólo obtuviera menos de 14 millones de votos, mientras Fox lo superó con más de un millón de sufragios. ¿Quién engañó a quién?
El colmó fue en el 2006 cuando el candidato del PRI, Roberto Madrazo sólo registró poco más de 9 millones de votos, mientras el Felipe Calderón, del PAN, logró más de 15 millones de votos, con los que superó a Manuel López Obrador con poco más de 14 millones 750 mil votos, un aspirante presidencial que tiene el mismo porvenir de Cárdenas el pequeño. Las cuentas no les salen a los priistas.
Al PRI le dejarán ganar el Estado de México y otras gubernaturas, Coahuila, y probablemente Nayarit, pero la elección presidencial está reservada por la señora Clinton para sus nuevos empleados en el Partido Acción Nacional, no el de los viejos panistas como el desaparecido Gerardo Medina, Jesús González Small, Bernardo Batiz, o el desaparecido José Ángel Conchello; el apoyo de Washington es para los neopanistas incrustados en el partido fundado con otra y ya lejana idea de esa democracia para México que pensó su fundador Manuel Gómez Morín en 1939.
El PAN ya tiene candidato
Por eso es imposible no tomar en cuenta el olfato de lince del rector de la UNAM, doctor José Narro, cuando posiciona a Ernesto Cordero en un sitio. Narro hizo lo que ninguno de los 139 firmantes, entre ellos cuatro gobernadores, pudo hacer para poner a Cordero delante de los aspirantes de Acción Nacional a la presidencia de la República. El secretario de Hacienda no hizo nada, lo único que le costo fue sentarse y estarse quietecito en el auditorio de la rectoría de la UNAM y recibir los elogios del doctor Narro.
Cordero no requirió de ningún discurso preelectoral, sólo escuchó el agradecimiento de Narro sobre su gestión para sacar adelante el presupuesto de la máxima casa de estudios pública del país y recordarle que sus progenitores son universitarios, su madre directora de la Escuela de Enfermería y Obstetricia y su padre un ilustre médico. Bueno ni al joven comunicólogo Max Cortázar se le hubiera ocurrido que en la UNAM recibiera tal espaldarazo de reconocimiento su candidato.
Su posición es ahora del mejor entre los aspirantes panistas- hablamos de los efectivos, Josefina, Santiago y Alonso y no de los de utilería- para ser visto no cómo el frío técnico que es para los empresarios, sino como un funcionario sensible sobre el papel que tiene la Universidad Nacional Autónoma de México.
Cierto que Cordero viene de atrás, que su campaña apenas empezó con esa carta, que se le critica su falta de pericia y experiencia política, pero también lo mismo le ocurrió a Zedillo que no era capaz de hilar una frase congruente en sus primeros discurso de campaña después de que mataron a Luis Donaldo Colosio en ese fatídico marzo de 1994.
Zedillo había perdido el debate con Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas. Quedó muy abajo del panista que extrañamente desapareció de las escenas de campaña y dejó que el economista del IPN remontara las encuestas con el decidido apoyo de Carlos Salinas, quien le llenó las urnas con 17 millones de votos, y nadie hizo un gesto de disgusto. Había ganado Zedillo el 21 de agosto de 1994 con el voto de Salinas.
Por eso no hay que descartar a Cordero si en Washington la señora Clinton ya decidió desde ahora la elección presidencial mexicana del 2012, porque resulta aún que todavía es temprano para que el PAN deje Los Pinos, le falta cumplir la meta fijada en el TLC de entregar el petróleo a intereses privados extranjeros.
Sin embargo, la señora Clinton no la tiene fácil, la elección presidencial para el 2012 no será un huracán de pasiones, sino para que blindar la economía mexicana desde ahora. ¿A qué le teme la secretaria de Estado?
Remedo de debate en Televisa
Y del debate en Televisa entre Eruviel Ávila, Luis Felipe Bravo Mena y Alejandro Encinas, que lo fue más bien entre los candidatos del PAN y del PRD; la única lección que deja es que una oposición peleada, es una oposición condenada a la derrota. Ávila no tuvo que despeinarse, ni mover las manos y mucho menos incomodarse. La artillería de Encinas y Bravo Mena contra Ávila era una película tan gastada como anunciada.
La única ganancia que sacamos los televidentes fue enterarnos, un día después de ese fallido debate, fue que en la entrevista de Encinas con Joaquín López Dóriga, según el candidato del PRD-Convergencia-PT en Edomex, revelara que Calderón demandó en el 2006 reprimir con el ejército a los manifestantes del plantón de Reforma.
Encinas se colocó como salvador de la estabilidad social en la ciudad y en el país al darle una fuga a la desbordada presión política de los lopezobradoristas y entablar negociaciones con el entonces Carlos Abascal, secretario de Gobernación, y el general Clemente Vega García, secretario de la Defensa para evitar la represión.
O sea Encinas es el salvador de la Patria como lo fue Cárdenas el pequeño en 1988, les faltaron calzones para exigir lo que ellos creían, la consumación de un fraude que les arrebató el triunfo presidencial. Esa es la izquierda, siempre condenada a la derrota y a lloriquear. No aprenden de Lula. En unos días en el Estado de México, los veremos con la trillada historia, a mostrar en público sus miserias.