Zafarrancho en el Senado desprestigia a México

Miguel Ángel Schultz

El zafarrancho en el Senado de la República durante la ceremonia de toma de protesta de Rosario Piedra Ibarra, como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), provoca severo daño al prestigio tanto de la Cámara Alta como de México, que es observado con atención meticulosa en el escenario internacional, ante el asilo político otorgado al presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, quien fue rescatado con éxito en su país y trasladado en el avión de la Fuerza Aérea Mexicana Gulfstream 550, matrícula XC-LOK con número de registro 3916.

De los violentos hechos en el Senado se responsabiliza a la incapacidad del senador Ricardo Monreal Ávila, quien no pudo garantizar un buen trabajo legislativo, en su ambición por llegar a controlar también la CNDH, ya que buscaba repetir la integración de la terna para según el conciliar intereses entre los grupos parlamentarios de la Cámara, y que de lejos observa entre aplausos y risas.

El senador panista, Gustavo Madero, asegura que de ninguna manera quiso impedir la toma de protesta de Piedra Ibarra, sino simplemente inconformarse. Ahora tanto el Partido Revolucionario Institucional (PRI) como el Partido Acción Nacional (PAN) acudirán a tribunales para impugnar la elección de la ombudsman.

Este episodio de la diplomacia mexicana pasará a la historia, no sólo por su complejidad técnica para su implementación, sino también por las dificultades que enfrentó el operativo ordenado por el presidente de México, Andrés López Obrador, para conseguir las autorizaciones de sobrevolar los cielos de Perú, Ecuador, Brasil y Paraguay, que en un principio dieron su anuencia para luego cancelarla, como sucedió cuando la nave volaba de Lima, Perú, a Bolivia, por lo que tu tuvo que volver a Lima para luego regresar a Bolivia.

En el Senado de la República, la mañana del mismo martes 12 de noviembre la confrontación física se desató entre las y los senadores, cuando Gustavo Madero intentó evitar la toma de protesta de Piedra Ibarra, por lo que se atravesó Salomón Jara Cruz, senador por Oaxaca del partido Morena, tiempo suficiente para que legisladoras contuvieran a Madero y lo hicieran caer al suelo.

Por cosas del destino, el otro senador por Oaxaca, Raúl Bolaños Cacho, del Partido Verde Ecologista de México, formó parte de la Comisión de Cortesía que acompañó a Piedra Ibarra al Salón de Plenos del Senado. Otro oaxaqueño, Arturo Peimbert Calvo, formó parte de la terna que contendió por la Presidencia de la CNDH.

La propia Piedra Ibarra se observaba paralizada ante la gritería de los senadores, entre los que impugnaban la elección y los que la avalaban. Días antes los senadores del PAN descalificaron la elección de Piedra Ibarra, aduciendo que no había alcanzado la mayoría calificada, por lo que su elección no era válida.

Más aún cuando fue integrante del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), hasta el día que fue integrante de la terna, y el pasado 23 de octubre en el Senado de la República, recibió la medalla Belisario Domínguez a nombre de su madre Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del grupo Eureka, dedicado a demandar la presentación de por lo menos 500 desparecidos políticos en el país.

Lucha que inició buscando a su hijo Jesús Piedra Ibarra, detenido en 1975, supuestamente por pertenecer a la organización armada Liga Comunista 23 de Septiembre, responsable de haber intentado secuestrar en Monterrey, Nuevo León, el 17 de septiembre 1973, a uno de los más prominentes empresarios de México, Eugenio Garza Sada, quien fue asesinado en el intento de secuestro. Muerte que desató la “guerra sucia”, emprendida por el Gobierno del presidente Luis Echeverría Álvarez.

El origen político de Piedra Ibarra, que incluso portaba en su pecho una foto de su hermano desaparecido por los jefes policiacos por supuestamente ser miembro del grupo guerrillero de la Liga Comunista 23 de Septiembre, explica el rechazo exacerbado del PAN a que sea la presidenta de la CNDH.

Se puede considerar que el zafarrancho en el Senado de la República es un hecho de poca monta, pero no es así, ya que representa el desprestigio del Gobierno de México en el respeto a los derechos humanos, y constituye la oportunidad para los detractores de López Obrador, de minar su honorabilidad en su compromiso de defensa de los mismos.

Este sainete cae en bandeja de plata a los gobiernos de derecha que se sienten agraviados por el asilo ofrecido a Evo Morales, además que está permitiendo que el mandatario boliviano, depuesto, tenga toda la libertad para el activismo político y que desde tierra de aztecas, organice la resistencia en su país al golpe de estado que lo depuso el pasado lunes 11 de noviembre.

@MiguelAschulz

oaxacaentrelineas@gmail.com

josé

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