Excepciones a la regla

Porfirio Santibáñez Orozco

TAL parece que en el vasto campo de las universidades públicas estatales siempre van a faltar los recursos indispensables, la transparencia que debería imperar en este tipo de ejercicios no existe aunque se proclame y las políticas educativas y de administración de los recursos están basadas en la costumbre burocrática de obedecer al jerárquicamente superior y a no salirse de los esquemas preestablecidos.

Todo lo anterior a cambio del beneficio de la discrecionalidad obtenido por quienes dirigen a este tipo de instituciones. Sin embargo, cuando se busca, de pronto pueden brotar y de hecho brotan situaciones de excepción; políticas independientes basadas en la imaginación cuyos autores posiblemente se propusieron hacer más con menos.

Uno de esos casos es el de las cuotas de inscripción de la Universidad de Sonora (Unison), institución que da a conocer, por medio de la red, a todos los interesados su reglamento de pagos. Con base en este documento, los estudiantes saben cuánto tienen que pagar a la hora de inscribirse, lo cual le da certeza y transparencia a este trámite anual o semestral.

La ventaja de este reglamento no termina ahí ya que a lo largo de sus artículos contiene un programa de estímulos económicos para los alumnos aplicados; es decir, tal reglamento contiene y legitima la estimulación de talentos, algo que se ve poco en el campus; a veces está ahí pero oculto como si fuera algo estigmatizable ser un estudiante aplicado.

En el portal dedicado a sus alumnos, la Unison da a conocer las cuotas del año, las de años anteriores y establece cual es el porcentaje de las cuotas que pagarán los alumnos aplicados.

Si un alumno obtuvo en el ciclo anterior entre nueve y 10 de calificación, queda exento de pago; no va a erogar ninguna cuota a la hora de reinscribirse. En cambio si llega a tener entre 8.5 y nueve, se le hará un descuento del 75%; si su calificación va de ocho a 8.5 tendrá el 50% de descuento.

Adivinó Usted. Cuando uno se entera de situaciones como esa, de inmediato vienen a la mente una serie de interrogantes que nos llevan a pensar en lo que tenemos en nuestro medio: ¿Habrá en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO) programas similares? ¿Por qué si o por qué no? ¿Los programas de estímulos a los mejores estudiantes, que indudablemente los hay donde quiera, son de otro tipo? ¿Si existen por qué no se han dado a conocer? ¿Será que los fondos obtenidos de los subsidios universitarios, el estatal y sobre todo el federal, son insuficientes para satisfacer las necesidades de la institución? ¿O tienen razón aquellos que presumen el desvío de recursos públicos a cuentas privadas que después enriquecen a unos cuantos?

Hacemos todas esas preguntas para dar una idea de la incertidumbre y el ambiente de sospecha que existe al respecto, pues aunque reiteradamente se han hecho una serie de denuncias de este tipo en los medios de comunicación, hasta la fecha ninguna autoridad, ni estatal ni federal ha procedido a investigar a fondo lo que se ha dicho para deslindar las responsabilidades que correspondan.

No lo hizo Fox ni ninguno de sus secretarios de educación pública; tampoco Calderón y los suyos. Antes de ellos, tampoco lo hicieron Salinas de Gortari ni Ernesto Zedillo. De los gobernadores que tuvimos ni Diódoro Carrasco Altamirano, José Murat ni Ulises Ruiz ordenaron que se investigaran las denuncias. ¿Lo hará Gabino Cué o preferirá seguir el cómodo camino de sus antecesores? ¿Habrá universitarios que retomen las denuncias ya hechas? Son dos, entre muchas, de las incógnitas sobre las que abundaremos…