Sabe o no sabe?. El Duende Preguntón


El último resbalón de Ulises

Vaya escándalo armó el gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz! Resulta, pajarracos, que detrás de la alerta de emergencia nacional e internacional desatada el pasado martes, cuando el mandatario estatal habló muy temprano de una gran tragedia al desgajarse un cerro en el municipio serrano de Santa María Tlahuiltoltepec, hubo al parecer “factores extraños” que llevaron a Ulises a sobredimensionar lo ocurrido cuando no tenía todos los elementos para hacerlo.

Les digo lo que se comenta en los corrillos políticos de la capital oaxaqueña, pajarracos.

El lunes por la tarde, dicen, Ulises Ruiz iba a encabezar un evento en la Universidad Autónoma de Oaxaca, y justo cuando se acercaba al plantel universitario, recibió un aviso de que en el recinto lo esperaba un grupo de inconformes con su gobierno para protestar por su presencia y que los manifestantes se veían bastante hostiles.

Decidido a no amargarse la tarde y a no enfrentar a los que protestaban contra él, el gobernador penoso prefirió cambiar su agenda y pidió a su chofer y a sus colaboradores que avisaran en la UAO que no llegaría al evento.

El resto de la tarde, aseguran políticos oaxaqueños, se dedicó a asuntos privados y por la noche, para relajarse, se puso a echar bohemia y fiesta con sus amigos.

De madrugada, a eso de las cuatro de la mañana, lo buscaron la primera vez para darle aviso de los reportes que estaban llegando desde la Sierra Mixe y que hablaban del desgajamiento ocurrido en Santa María.

Una llamada de un funcionario municipal había avisado del desgajamiento pero sin dar más detalles ni precisar cifras de daños ni mucho menos de personas fallecidas.

El gobernador no se enteró de ese primer aviso porque la noche se le había hecho larga; cuando por fin pudieron avisarle, pasadas las seis de la mañana, el mandatario no estaba en las mejores condiciones físicas y sobre-reaccionó al oír los primeros reportes.

Él mismo pidió que lo comunicaran con noticiarios televisivos de la ciudad de México y él mismo habló de lo que podía ser una enorme tragedia, aunque todavía no se tenían datos precisos de las afectaciones, pero daba a entender que el cerro desgajado había sepultado a toda la comunidad de Tlahuiltoltepec.

Al parecer esa misma información que daba a los medios la dio de manera oficial, y la noticia llegó hasta las instancias federales, concretamente hasta el presidente Felipe Calderón, que muy temprano había tomado una aeronave para trasladarse a los estados de Tabasco y Chiapas, donde las emergencias por las lluvias habían causado ya varios decesos.

Con los reportes llegados desde el gobierno de Oaxaca, que hablaban de una tragedia mayor, el Presidente comenzó a dar declaraciones y hasta pidió desviar el vuelo para tratar de bajar en la zona de la sierra oaxaqueña para hacerse presente de inmediato en lo que parecía un auténtico desastre.

La noticia brincó de los medios nacionales a la prensa internacional, que hablaba de una gran tragedia, pero conforme fueron pasando las horas y fluía la información “y le volvía el alma al cuerpo al gobernador” las cosas se ubicaron en su dimensión: Ulises Ruiz hablaba al mediodía ya sólo de cuatro muertos y 12 desaparecidos.

Para la tarde el presidente Calderón invocaba a Dios y decía que “hasta donde Dios lo permitiera” se iba a ayudar a las víctimas de la sierra de Oaxaca, y hablaba también de pedir ayuda internacional.

Ya por la tarde los primeros datos confirmaron que hubo una exageración de las primeras fuentes de información, o sea del gobernador Ulises Ruiz, y que todo podía terminar en una falsa alarma que movilizó al Ejército, a la Marina y hasta al avión presidencial.

Por la noche, el secretario de Gobernación, que había llegado al lugar por instrucciones presidenciales, le reprochaba en privado a Ulises Ruiz el haber manejado datos no confirmados y haber sobre-reaccionado antes de conocer la situación real de Santa María, mientras en público los dos funcionarios, el federal y el gobernador, tenían que reconocer que no había ninguna muerte confirmada, que eran 11 las personas desaparecidas y que sólo había “tres o cuatro casas dañadas”.

¿Dónde quedó la enorme tragedia de la que había hablado muy temprano el gobernador y que activó los sistemas de emergencia del país y le dio la vuelta al mundo? Al parecer se evaporó en el etílico despertar de aquel martes en la Casa de Gobierno de Oaxaca.

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